Axel Kicillof dice que su gobierno dio “una respuesta integral, novedosa y buena” a lo que ocurrió en Guernica. Reconoce que hay una deuda profunda en el conurbano, y que la solución debe ser de fondo, pero defiende lo actuado en este caso. También el desalojo y el modo en que se hizo. Asegura que no hubo represión, y que lo que hizo la policía fue cumplir la orden de un juez. «Las tomas no son la solución», remarca. Y critica a la oposición y a los medios hegemónicos que «trabajan para generar malestar». «Los mismos que pedían sacar a la gente a gas y perdigón el primer día, después hablaban de ‘violento desalojo'», denuncia. Defiende el trabajo de sus ministros en Guernica. «Creo que se dio una respuesta inédita, y estoy muy orgulloso de haberlo hecho de esta manera”, dice repasando los cuarenta días de negociaciones, y niega que la resolución sea un fracaso de la política.
El gobernador de Buenos Aires describe lo estructural para responder qué pasó en Guernica: “en la década del 70 en el conurbano había 4 millones de habitantes, hoy hay 13. Y no hubo precisamente estabilidad e inversión en política habitacional en este tiempo. Comparando con la ciudad de Buenos Aires, en el mismo periodo tuvo siempre de manera estable 3 millones de habitantes. En el conurbano hay 1800 asentamientos, eso habla de una deuda dolorosa de falta de vivienda», analiza.
Denuncia el “abandono del Estado”, que generó “una olla a presión” en los años previos a su gestión: “Desde 2009 a 2015, se entregaron por año 6600 viviendas sociales. Y en los cuatro años de Macri y Vidal, por año fueron 2000. Fue la pandemia previa a la pandemia”, compara. “Nosotros iniciamos el mandato proponiendo una verdadera política de tierra y vivienda. Es imposible pensar una respuesta inmediata para 2 millones de personas con problemas habitacionales, pero sí empezar a pensar que el Estado tiene que asumirlo”.
–¿Qué pasó en Guernica?
–Veníamos con la idea de un plan de tierra y vivienda muy ambicioso, en el medio la pandemia nos tuvo muy ocupados en inversiones gigantescas, en trabajar muy intensamente en responder a lo sanitario y las políticas sociales nacionales y provinciales. Cuando el 23 de septiembre el juez a cargo dicta el desalojo, no sabíamos cuánta gente había en la toma, pero sí que era muy grande, comparable con la del Indoamericano por su extensión. Desde la provincia no dimos una respuesta ni represiva ni de ejecución inmediata: pedimos una prórroga, montamos un dispositivo interministerial, que tiene pocos antecedentes. Actuaron el Ministerio de Desarrollo Social a la cabeza, también el Ministerio de las Mujeres, de Justicia, de Gobierno, Salud. Había cinco ministerios trabajando y no a control remoto, instalamos en el territorio casi una dependencia de gobierno, que trabajó durante 40 días para dar solución a las familias de la toma.
Implementamos un censo que arrojó que había allí 1060 familias, y empezamos a diseñar casi caso por caso un intento de desocupación pacífica. Conseguimos otra prórroga más, y conseguimos que firmaran un acuerdo de desocupación voluntaria 736 familias. Hubo distintas intervenciones: desde una ayuda para la gente que había ido porque no pudo pagar más el alquiler, intervenciones por violencia de género, de salud, problemas de documentación, ayuda para materiales. Se dieron muchísimas respuestas, y también se dio un compromiso de buscar una solución de fondo. Pero diciendo siempre que este no es el modo. Nosotros asumimos que hay una deuda histórica, que no puede tener una solución inmediata y que las tomas no son la solución. Por eso anunciamos un programa para tierra y vivienda de gran envergadura, en toda la provincia. En ese anuncio quedan enmarcados muchos de los que estaban en la toma: la preparación de lotes con servicio, y volver a un programa intenso de construcción de vivienda. Proyectamos 80 mil lotes con servicio y 11 mil viviendas por año.
-¿No cree que hay un fracaso de la política, si aun después de todas esas negociaciones, igual hubo que recurrir a un desalojo con represión?
–No haber podido llegar al desalojo voluntario, pacífico, de todos los que estaban en la toma es poco atribuible al trabajo que hizo nuestro gobierno. La Justicia nos dio el último plazo para el 30 de octubre. Durante todo ese tiempo no paramos un día de trabajar y dar el diálogo con los representantes de quienes estaban en la toma. Había familias con necesidades, las atendimos de manera decidida y creo que inédita: 40 días el gobierno instalado ahí para dar soluciones. El plazo fue dispuesto por la justicia. La posibilidad de no hacer caso a un desalojo era entrar en desacato. Cuando se produjo el desalojo había muy poquitas familias que quedaban en la toma. Y después había determinados sectores políticos, con muchos de ellos pudimos dialogar y llegar a una respuesta, otros se presentaron como totalmente intransigentes. Se les dio todo el abanico de soluciones y la intencionalidad era no aceptar nada. Tal vez producir un hecho de violencia. No quiero cargar las tintas sobre esto, pero sí remarcar que fue un desalojo donde no hubo un solo herido. Yo no acepto que fue una represión, fue un desalojo a partir de una orden de un juez, donde había un corredor de salida, la presencia policial fue con todo el cuidado del mundo.
–El Cels y el Serpaj presentaron una denuncia por desproporción en el uso de la fuerza. Eso se puede traducir como represión.
—Yo di la orden de que no hubiera ningún acto de violencia sobre los que estaban adentro, y así fue. Aun los que tuvieron la intención de generar actos de violencia. Porque había una intencionalidad política y una intransigencia muy clara. No es mi papel pelearme con eso, pero los sectores que no pensaban irse de ninguna manera, no se iban a ir. Hubo otras situaciones como esta que terminaron con muertos y heridos. En este caso se llegó a dar una respuesta a la enorme mayoría. En la provincia venimos a solucionar el tema de la vivienda de fondo, pero no se puede dar en lo inmediato. Dado lo complejo de toda la situación, yo creo que se dio una respuesta muy novedosa y buena.
–Hay un tercer relevamiento que da cuenta de 1400 familias que quedaban en la toma.
–Si hubiera habido esa cantidad de familias, los tres dispositivos transitorios que dispusimos para recibir a los que efectivamente hubieran quedado desamparados al momento del desalojo, se hubieran llenado, y no fue así. Preparamos la Casa de la Niñez, el Club de la Juventud y el Comedor Esperanza, con baños, agua caliente y fría, esperando a esas familias. Y se recibió muy poquita gente. Hubo algunos que se censaron pero que no estaban en la toma. Viviendas precarias en la toma, no eran más de 600. Es doloroso, una familia que va a una toma no está dando un paso feliz, es una situación de desesperación.
–Sabe que una parte importante de su electorado sintió tristeza y repudia el desalojo y el modo en que se hizo. ¿Qué les dice?
–Les digo a todos los y las bonaerenses que las tomas no son la solución al problema de vivienda. Que reconocemos que ese problema existe, y que ya lanzamos un plan que empieza a dar una respuesta de fondo. Nadie puede ser tan ingenuo, yo me desperté el día del desalojo con tapas de los medios hegemónicos criticando duramente a mi gobierno por todo lo que le dábamos a las personas de las tomas, incluso con una mentira como que les ofrecíamos 300 mil pesos a cada una. Esa operación para generar odio de los sectores que querían un desalojo violento el primer día, sin importarles si había muertos o qué pasaba con esa gente, me ponía a mí en el lugar del que despilfarra recursos y premia a los que toman. A la tarde, esos mismos medios decían: “Violento desalojo”. A nuestra base política les digo: hay que dar respuestas y las vamos a dar, de una magnitud y de un carácter como no hubo antes. No va a ser inmediato, y mientras tanto esto no se soluciona tomando tierras.
–¿Considera entonces que la operación de desalojo fue exitosa porque no hubo muertos?
–Fue exitosa, porque sólo quedaron en la toma algunas familias a las que no pudimos acceder por la intermediación que hubo. Algunos de los que salieron de la toma el día del desalojo, plantearon que los delegados de la toma no les habían comunicado las respuestas que daba el Estado. Porque estas organizaciones nunca dejaron entrar a la toma a los funcionarios del gobierno. No dejaron que el Estado fuera a dialogar directamente. Y otros sectores que trataron de producir hechos de violencia y no estaban viviendo ahí, no eran los que tenían un problema genuino. Creo que se dio una respuesta inédita, y estoy muy orgulloso de haberlo hecho de esta manera. Cuando se agotaron las instancias de diálogo, cuando ya era claro que no había forma de encontrar esta respuesta, lo que quedaba era ejecutar la orden de la justicia y sin violencia. Eso también se logró.
–Pero se vieron imágenes de violencia y casquillos de balas.
–No hubo un solo herido, no sé si hay precedentes de eso. Desde la oposición, y también desde los medios, presionaron primero para que hubiera un desalojo violento, después se mostraron indignados porque el desalojo había ocurrido. Pero no pasó nada de lo que esperaban, conseguimos las prórrogas hasta donde pudimos y dimos una respuesta.
–¿En cuánto inciden sobre las decisiones que se tomaron las encuestas que seguramente tiene sobre su escritorio, el electorado que pide mano dura o se indigna por los subsidios, pero no le importa que haya una deuda real que su gobierno reconoce?
—Yo no gobierno con encuestas. No lo hice con el tema sanitario, si lo hubiera hecho, hubiera planteado “libertad” como en otras jurisdicciones, y a lo único que me dediqué es a cuidarles la salud a los y las bonaerenses. Y en esta toma no desalojamos a gas y perdigón el primer día, nos tomamos todo el tiempo que pudimos, buscamos todas las soluciones. Y la respuesta de fondo no va a ser inmediata, pero si categórica.
–Hay otra toma grande en Los Hornos, en terrenos públicos. Ahí se habla de un plan de vivienda, pero el intendente pide desalojo. ¿Cómo van a actuar?
–Es un caso distinto, son terrenos nacionales, por eso está actuando ahí Gendarmería. También establecimos una mesa de diálogo, estamos trabajando para buscar, de nuevo, una solución integral, en este caso puede incluir viviendas allí porque se trata de un terreno fiscal. Seguiremos trabajando con mucha paciencia, mucha militancia. No hay una orden judicial que ponga un plazo.
–¿Cómo evalúa el rol de Sergio Berni?
–Tiene a su cargo un área complicada. La respuesta que dio Sergio en este caso viene siendo efectiva. Todos dicen que fue desproporcionado, porque hubo muchos efectivos, eso fue una forma de evitar la violencia, los enfrentamientos cuerpo a cuerpo. El operativo funcionó muy bien. Y repito, es integral: empezó 40 días atrás, y continúa con todo el trabajo que sigue con estas familias.
–Llama la atención la tónica del ministro que parece mandarse por las suyas, hasta en lo comunicacional, como en los spots que lanza a título personal, con el slogan “Fuerza Buenos Aires”. Sobre el desalojo habla de defender “el derecho a la vida, la libertad, la propiedad privada”. ¿Eso lo consulta con usted?
–Tiene su estilo Sergio, y además de ministro es un dirigente político de la provincia de Buenos Aires de hace muchísimo tiempo. Cada ministerio tiene su propia comunicación. Pero como gobierno de la provincia de Buenos Aires solo respondemos por las comunicaciones de institucionales del ministerio. Lo que suba él a sus perfiles personales, son decisiones puras y exclusivas de él.
En nombre del Estado
–¿En qué consiste el plan de vivienda y suelo que anuncia?
–Primero, un proceso pendiente que es la regularización de la tierra en toda la provincia: el Estado perdió el control de la planificación urbanística también en los barrios privados, que están en condición irregular. Cuando llegué me encontré con que había seis oficinas distintas para el tema tierras. Eso impide que se produzca tierra urbana, y favorece las negociaciones de funcionarios con privados. Generamos una unidad, que está a cargo de la ministra de Gobierno Teresa García, para reunir todas las dependencias del Estado: registro de la propiedad, de inmuebles, todo estaba disperso. Incluye trabajar sobre barrios privados que no están regularizados ante la provincia. Planteamos un registro del suelo disponible, que hasta ahora no existía, la provincia no tenía ni siquiera bien ubicadas sus propiedades. Y un registro para los que tienen necesidades de vivienda. Con todo eso en la mano, vamos a trabajar contra reloj como lo hicimos para casi triplicar la cantidad de camas de terapia intensiva. En estos días hemos escuchado muchas palabras de Néstor. Yo les digo: vengo en nombre del Estado de la provincia de Buenos Aires a hacerme cargo de eso que otras administraciones no asumieron.
No sé cómo hacen otros gobernadores para administrar esa ansiedad que tengo yo mismo por dar una solución lo más rápida posible en este y todos los temas, sumado a la falta de recursos, el problema de la coparticipación. La provincia recibe 21 puntos de coparticipación pero tenemos 40% de la población, 50% de la industria, 60% de la pobreza, 70% de la desocupación del país. Yo voy a dar respuesta a todo eso. Pero por supuesto que no va a ser inmediata y sé que voy a recibir ataques permanentes. La respuesta que tiene que dar el peronismo no es esconder los problemas. Hay que mostrarlos, dimensionarlos, y ponerse a caminar en la dirección de la solución. En ese sentido, siento el total apoyo del presidente y de los intendentes de mi espacio.
Aperturas de verano
–¿Cómo se está trabajando para la temporada de verano, con las aperturas que de plantearon?
–Muchos vaticinaban que la provincia tendría un desborde sanitario que no tuvo. Eso fue resultado de políticas públicas muy claras, y la población actuó de una manera que me pone tremendamente orgulloso. Fue toda esta política de cuidado previa, nacional y provincial, que fue muy criticada, la que hizo posible llegar a estas aperturas, porque se estabilizaron los casos. La ampliación del sistema sanitario no tiene precedente, hubo una inversión gigantesca en tiempo record. Toda una batería de políticas que consiguió que estén bajando los casos en el área más caliente del país, el conurbano.
Ahora viene la temporada y los casos están bajando en el conurbano, pero creciendo en el interior de la provincia, y en algunos lugares de veraneo. Tenemos que conseguir que esté controlado lo más posible el coronavirus, sería muy malo que en esos destinos de vacaciones suban los contagios. Estamos trabajando muy fuerte con todos los intendentes de los municipios con atractivos turísticos. Estamos reforzado el sistema de salud, lanzando protocolos específicos para esos lugares, y desarrollando una aplicación con una autorización para ir, para que vayan los que tienen un lugar donde quedarse. Que no haya una afluencia demasiado grande, que no podamos manejar. Yo confío en que vamos a tener el mejor verano posible, vamos a permitir que la gente que pueda vaya a descansar después de un año difícil, en condiciones de salud y de cuidado. Sería un desastre que vayan a descansar y estén más preocupados por el coronavirus que por el esparcimiento.
Fuente: Página/12
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