La convocatoria de la marcha contra la reforma judicial volvió quedar lejos de las expectativas de los sectores de la oposición que la fogonearon. “El día de la sesión habrá un abrazo simbólico y después un banderazo. Ahí sí se especula que habrá mucha gente”, decían casi como una expresión de deseo los grandes medios de comunicación el miércoles por la noche, tratando de justificar la escasa asistencia de gente a la primera movilización en contra del proyecto del oficialismo. Sin embargo, sus expectativas no pudieron hacerse realidad tampoco el jueves. La violencia expresada en consignas y carteles se materializó contra el periodista Ezequiel Guazzora, quien fue atacado por la espalda, golpeado, y debió ser retirado en ambulancia. Si el día anterior el trabajador de prensa había sido retirado por la policía cuando recorría la misma zona, ante las amenazas y ataques verbales, esta vez fue directamente golpeado, sin que al cierre de esta edición el ataque hubiera sido repudiado por las entidades y asociaciones de medios.
En la intersección de Entre Ríos y Rivadavia tan solo se juntaron algunas personas –aproximadamente mil– que, al igual que el miércoles, estaban dispersas, con consignas disparatadas, sin argumento y haciendo ruidos molestos con cacerolas y cornetas. Esta vez, la excusa no pudo ser la lluvia ya que el sol inundó la plaza de los dos Congresos toda la tarde. Algunos se instalaron con una larga bandera de Argentina en las rejas del palacio legislativo a las que se podía acceder sin ninguna dificultad ya que no había ningún tipo de vallado, debido al reclamo para que las retire realizado el miércoles por la presidenta del Senado, Cristina Fernández de Kirchner, al vicejefe de Gobierno Porteño, Diego Santilli.
Mientras esperaban el tratamiento del proyecto en el Senado, nuevamente los manifestantes desplegaron banderas, carteles de distinto tipo y dos dirigibes inflables que decían: «no a la reforma judicial». Algunos carteles, los más sencillos, decían: «no a la reforma», «qué gobierno de mierda», o «no queremos ser Venezuela» y otros más elaborados proclamaban: «no queremos la justicia Hotesur, estúpidos, queremos el bien común».
La mayoría de los manifestantes repetían consignas idénticas. Una de ellas se resumía en que «este no es el momento para hacer una reforma» y otra proclamaba que esta «es una reforma para la impunidad de los corruptos». Un hombre, por ejemplo, explicó que para él, “hay que hacer una reforma de la Justicia en general, no de una parte que favorece a los corruptos. Van a gastar en la reforma cuatro millones de pesos y no hay edificios, los empleados judiciales trabajan de forma hacinada. Hablemos de la reforma con consenso y no de hacer esto que es un traje a medida del fuero penal». Otro de los presentes también se refirió a cifras e indicó que “¿tenés dinero para hacer eso? reformá la Justicia que se están cayendo los edificios. Esta joda nos va a salir seis mil millones de pesos anuales”.
Sin embargo, al igual que el miércoles, las críticas estuvieron fundamentalmente centradas en la figura de la vicepresidenta Fernández de Kirchner. Una mujer, por ejemplo expresó que «si ella –refiriéndose a Kirchner– se llevara su plata y se fuera a Venezuela con (Nicolás) Maduro y (Fidel) Castro, por mi que se la lleve toda», sin contemplar que se trataba de un pedido imposible ya que el líder de la revolución cubana falleció en 2016. Otra, por su parte, subrayó que «no me gusta de la reforma que la hacen para que Cristina no esté en ninguna causa». Y un señor mayor, en esa misma línea, resaltó que «esto es un plan para la impunidad de la ladrona».
Dos mujeres, también mayores, que estaban descansando en uno de los cordones frente al palacio legislativo, dieron su opinión de forma calma, pero esta vez, en lugar de apuntar contra la vicepresidenta, prefirieron hacer un descargo contra el presidente Alberto Fernández: «creemos que hay que modificar cosas del sistema judicial, pero esta no es la oportunidad. Sentimos que el Presidente no tiene empatía con la gente, con el pueblo, con nosotros. Acá estamos diciéndole que hace las cosas mal y no nos escucha, parece que ve otro canal».
Por más que la convocatoria era a nivel federal, las marchas no tuvieron éxito en ninguno de los puntos que estaban fijados. En el Congreso, al caer la noche, se sumaron algunos manifestantes más que se acercaban al gazebo instalado. Una mujer de unos cincuenta años pronunció que lo que le molestaba del proyecto de reforma judicial era que “no se sepa y que no sea un proyecto público», obviando que el proyecto de ley que envió el Poder Ejecutivo al Congreso y que este jueves fue tratado por el Senado está a disposición de la ciudadanía para ser consultado.
Informe: Melisa Molina
Fuente: Página/12
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