Hablar con todos, ese es el primer mandamiento del credo político que profesan Máximo Kirchner y Sergio Massa. Esa manera de entender la política, pese a las diferencias de perfil, hacen que el jefe de bloque y el Presidente de la Cámara baja conformen una dupla eficiente, incluso en circunstancias extraordinarias como la pandemia.
La prórroga del protocolo de sesiones remotas y el debate por la reforma judicial volverán a poner a prueba el trabajo Kirchner y Massa en la construcción de la mayoría necesaria para hacer que la Cámara de Diputados funcione y apruebe la primera norma del Gobierno del Frente de Todos que plantea una reforma estructural.
La buena sintonía no se construyó en los ocho meses que lleva el Gobierno de Alberto Fernández. Máximo Kirchner y Sergio Massa forjaron su vinculo durante el mandato de Néstor Kirchner. Ambos participaban de los partidos de fútbol en Olivos y, quizá por una cuestión generacional, construyeron una buena relación. “Sergio y Máximo siempre hablaron mucho, desde que compartían los partidos en Olivos”, confirman desde el entorno del exintendente de Tigre, y agregan: “Sergio siempre lo tuvo muy bien considerado, siempre dijo que no era el pibe que los medios querían mostrar”. La relación se terminó de asentar cuando Massa se hizo cargo de la jefatura de Gabinete durante el primer mandato de Cristina Fernández.
Kirchner y Massa son dos animales políticos, pero con perfiles distintos. Uno es reservado y el otro prefiere la exposición, uno marca una diferencia con su formación política y el otro conoce como pocos el funcionamiento del Estado. Esas diferencias resultaron complementarias a la hora de tener que conducir tanto el bloque como la Cámara de Diputados.
“Entre los dos logran contener la disparidad de visiones que hay dentro del Frente de Todos. Máximo contiene del medio hacia la izquierda y Sergio del medio hacia la derecha. En un bloque grande y heterogéneo, no es sencillo”, dicen desde la mesa chica de conducción de la Cámara baja. Lo cierto es que, por su cargo, Sergio Massa está obligado a dialogar con todos los presidentes de los bloques. Por eso, en el reparto de negociaciones, le suele tocar sentarse con Mario Negri, titular del interbloque de Cambiemos. Una tarea que Kirchner suele evitar. El jefe de la bancada oficialista prefiere el trato con Eduardo “Bali” Bucca, con los diputados de Córdoba y con el Frente de Izquierda. Pero en general, ambos dialogan con todos los bloques.
Kirchner y Massa hablan todos los días. Ambos concurren a diario al Palacio Legislativo. Algunas veces el jefe de bloque baja hasta el primer piso y se hace anunciar en la presidencia y otras, el presidente de la Cámara sube hasta el tercero y golpea la puerta del despacho de Kirchner. Nunca hay intermediarios. No hay agenda secreta, ni operaciones cruzadas. Incluso, a los costados de la relación flota un acuerdo que les permite a los dos fijar posiciones sobre temas en los que no coinciden, como puede ser Venezuela, sin que haya contrapuntos públicos con los miembros del bloque. La letra no escrita de los acuerdos políticos, la que vale.
El quincho de Wado
El armado electoral que derrotaría al macrismo en las elecciones de 2019 era apenas una idea en la cabeza de unos pocos dirigentes. El escenario que demarcaba el humor social ponía a Massa en un lugar de privilegio en el mundo de la política. Sus votos serían claves para ganar la elección, en ese marco fue Máximo Kirchner el que dio el primer paso para acercar posiciones.
Si bien Massa y Máximo Kirchner nunca dejaron de hablarse, el dialogo político entre los dos nunca se rompió. Siempre mantuvieron la comunicación mediante otros dirigentes. Pero cuando la definición de los frentes electorales comenzó a aparecer el en horizonte Eduardo “Wado” de Pedro lo llamó a Sergio Massa y lo invitó a un asado en su casa. A esa reunión iría también Máximo Kirchner. El asado se concretó y fue el primero de muchos encuentros entre los dirigentes, muchos en el quincho de “Wado”, otros a solas.
“La buena relación también tiene que ver con que, más allá de la actitud de todos los referentes del espacio, el que se pudo el overol de obrero de la construcción del Frente de Todos fue Máximo”, explican desde el seno del bloque oficialista.
Uno de los referentes de La Cámpora en la provincia de Buenos Aires, que hoy tiene su despacho en un importante ministerio explica: “Nunca abandonaron el dialogo político. Más allá de que lo que pudieron decir uno del otro en los medios o en los actos, más allá de que no hablaban personalmente, esa relación nunca se rompió”.
Para ambos actores la primera demostración de que la unidad podía ser exitosa fue la pelea por dos lugares en el Consejo de la Magistratura. “Esa fue la primera gran rosa, ahí se dieron cuenta de que la unidad podía funcionar”, cuentan desde el entorno de Massa. A fines de 2018, el Frente Renovador y el Kirchnerismo aunaron fuerzas para quedarse con dos sillones del Consejo de la Magistratura, que finalmente fueron ocupados por Graciela Camaño y de Pedro. Un mes más tarde, en diciembre, el peronismo se volvería a unir en la Cámara baja para frenar la reforma previsional impulsada por el macrismo. Ambos hechos sentaron las bases para los acuerdos que meses después definirían la estructura del Frente de Todos. En las dos negociaciones Kirchner y Massa fueron vitales.
En la relación de Massa con Máximo también hay un reconocimiento a La Cámpora. “Los pibes cumplieron todo y eso en política es muy importante”, repite el Presidente de la Cámara ante su entono cada vez que alguien pone en tela de juicio la relación con el kirchnerismo.
Extramuros
El tándem constituido por Massa y Máximo se expande más allá del terreno legislativo. Los referentes parlamentarios del Frente de Todos también llevan parte del dialogo diario con el Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y con los intendentes del conurbano. En este caso, el ministro de Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, también aporta lo suyo. Los tres hombres que se sentaron, lapicera en mano, a cerrar las listas de legisladores en 2019 son los que hoy articulan buena parte de las relaciones políticas en el principal distrito electoral del país.
Dentro de esa dinámica Massa corre los límites de lo territorial y pone a disposición su propio universo de relaciones políticas. Por ejemplo, a fines de junio Massa, Kirchner y de Pedro cenaron en la residencia de zona Norte del banquero Jorge Brito (Macro). A la reunión asistieron Marcos Bulgheroni (Pan American Energy), Marcelo Mindlin (Pampa Energía), Miguel Acevedo (presidente UIA), Jorge Brito (hijo) y Hugo Dragonetti (de la constructora Panedile). El encuentro que trascendió por distintos medios es sólo una muestra de reuniones similares que los dirigentes concretan una o dos veces por semana.
Traidores
“No pasa nada, si todos los traidores se van con Massa”, fue el hit la tarde del 14 de septiembre de 2009 en la cancha de Argentinos Juniors. Ese día, Máximo Kirchner encabezó por primera vez un acto multitudinario. Ante un estadio repleto de militantes de La Cámpora le dedicó más de un fragmento de su discurso, que se extendió por media hora, a Sergio Massa que un año antes había abandonado el Frente para la Victoria.
“En el 2011 algunos no corrían por izquierda porque nosotros decíamos nunca menos. Decían que teníamos que ir por más. Ahora están con Macri, se ve que fueron por mucho más”, fue el primer dardo dirigido al exintendente de Tigre. Más tarde, Máximo Kirchner también apuntaría contra Massa y diría: “Si Cristina es tan mala, si el gobierno en tan malo no sé porque tienen miedo. No sé porque tuvieron que ir en 2013 corriendo a una escribanía para decir que Cristina no podía ser candidata”.
Pero, como hombre de la política, Máximo Kirchner sabe que en ese terreno no hay nada definitivo. Por eso, antes de culminar su discurso, aseguró que “elegía, como Néstor, poner la otra mejilla” y remarcó que había aprendido a no enojarse y a “no mirar a los que se van”. Por eso, en el entorno de Máximo Kirchner, a nadie le sorprende la relación que hoy tiene con Massa.
Fuente: Página/12
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