Por la situación de la deuda, por las condiciones de crisis doble que supuso la recesión heredada más la pandemia, por los tironeos y presiones que suponen administrar una situación de emergencia como la actual, se esperaría que ciertos funcionarios clave fueran el reflejo de ese estado de máxima tensión. Martín Guzmán, ministro de Economía, expresa exactamente lo contrario. Serenidad, firmeza y tono didáctico para explicar la postura oficial frente a la puja por la reestructuración de la deuda, o su propuesta de recuperación en la pospandemia. «Hay una decisión tomada, no podemos ofrecer más a los acreedores y, si no hay acuerdo, avanzaremos con el FMI en un nuevo programa y con el sector privado volveremos a hablar en seis u ocho meses, pero con una propuesta de reestructuración más profunda». También respondió con respecto a la relación del gobierno y la política económica con respecto a diferentes sectores empresarios. «En nuestra visión el sector pyme tiene un rol absolutamente central, los sectores que participaron del acto del 9 de Julio en Olivos no es que sean prioritarios, están porque conversamos con todos, pero no creemos en el privilegio de los sectores transnacionalizados, nuestra prioridad es el mercado interno».
—¿El período de negociación de la deuda cierra el martes 4 o habrá una nueva prórroga?
—Estamos evaluando todas las opciones. Habíamos manifestado que estaba la idea de un período de suscripción más largo, que es simplemente una cuestión técnica. Ahora, la realidad es que no hay más en términos de lo que el país puede pagar año por año. Hemos hecho el máximo esfuerzo posible y una oferta que es definitiva sobre la base de ese esfuerzo.
—Se instaló la idea de que ya la diferencia es mínima, no más de tres dólares cada cien de deuda, que no habría razones para no cerrar un acuerdo.
—Claro, pero haber llegado a ese punto es por el esfuerzo grande que hizo Argentina. Y hay que entender qué quieren decir esos tres dólares. Estamos hablando de miles de millones de dólares en una situación de fragilidad y restricciones muy fuertes. Y seguir cediendo implicaría redefinir prioridades. Como, por ejemplo, tener que hacer ajustes sobre gastos que son esenciales en Argentina. Inclusive tener que ajustar en jubilaciones, que implicaría una tensión sobre las reservas internacionales del país que generaría más inestabilidad cambiaria. Así que, en ese sentido, hay una decisión tomada, y es que Argentina no tiene la capacidad de poder ofrecer más de lo que ofreció. La oferta está vigente y los acreedores tienen tiempo de aceptar. Es su decisión sacar al país de una situación de default en la que ya está de forma concreta desde finales de abril de 2018.
–¿Cuál sería la alternativa, entonces, si no hay acuerdo?
—Nosotros consideramos que es mejor acordar con la oferta que hicimos que no acordar, pero como no vamos a ofrecer más, si no hay acuerdo sobre esta propuesta el camino es otro. En ese caso, lo que haríamos es retomar el programa con el Fondo Monetario Internacional pero en las condiciones que necesitamos tener. Argentina no tiene la capacidad de pagarle al FMI en los tiempos previstos en el anterior programa. Obviamente, lo que eso implicaría es que tome más tiempo la reestructuración, pero también daría lugar a una reestructuración más profunda. Es iluso suponer que más adelante podamos ofrecerle más.
Es decir que esas son las dos alternativas. Esta oferta que muestra un gran esfuerzo y cerrar en ese valor, o que Argentina se mueva mas hacia el acuerdo con el FMI y más adelante, dentro de seis u ocho meses aproximadamente, vuelva a hacer un replanteo con los sectores privados.
—¿Un nuevo acuerdo con el Fondo, bajo qué condiciones?
—La premisa fundamental en la que se debe basar el programa es que no hay estabilización posible sin recuperación económica. Y para estabilizar la economía, hay que dejarla crecer. Esto significa que no hay lugar para un esquema de política monetaria contractiva en un contexto de recesión, como ocurrió con el programa stand by del año 2018. Y las políticas, está claro que las decidiremos nosotros.
–¿Está conforme con el desempeño de la oposición y el apoyo que recibió el gobierno para la reestructuración de la deuda de los grupos empresarios y de la CGT?
—En cuanto al comportamiento de la oposición en el Congreso, ha sido positivo. Hemos tenido por unanimidad en el Senado la aprobación de dos leyes ya, y casi por unanimidad en Diputados en un caso. En cuanto al sector privado, hay obviamente distintas posturas, es un universo muy diverso (sonríe). Y hay voces que han apoyado de forma decisiva, tanto el proceso que hemos llevado a cabo, como la oferta en sí. Hay otros sectores que el mensaje que dan es “alentamos un acuerdo”. Nosotros también queremos un acuerdo, pero tiene que ser un acuerdo que se pueda cumplir, que sea sostenible, no cualquier acuerdo. Es importante que ahora todo el mundo entienda que hasta aquí se llegó,y los esfuerzos de la sociedad sean canalizados a apoyar un acuerdo sostenible, no un acuerdo a secas.
—Es que no todos los sectores se involucran desde un mismo lugar…
—Nosotros necesitamos, para que el crecimiento del país se pueda sostener y para que pueda ser inclusivo, tener condiciones que nos permitan que el mercado interno pueda crecer de forma sostenida. Y que al mismo tiempo, obviamente, el crecimiento de las exportaciones acompañe para no estar estrangulados por escasez de divisas.
Lo que esto quiere decir es que, cuando se piensa una reestructuración de la deuda, nosotros miramos todo. Y hay sectores que tienen distintas ventajas y desventajas de distinto tipo de solución que se puede llegar a dar a la deuda. Sectores que están más asociados a la posibilidad de obtener financiamiento externo tienen una preferencia diferente sobre el tipo de acuerdo al que Argentina podría llegar, que sectores que están menos asociados al financiamiento externo.
No buscamos un acuerdo que refleje los intereses particulares. Lo que buscamos es un acuerdo que cuide a toda la Argentina y a la posibilidad de tener un proceso de desarrollo inclusivo y sostenido.
—Ya hay grupos económicos que empiezan a hacer su propia propuesta. El Consejo Agroindustrial Argentino está promoviendo un plan basado en darle ventajas a la exportación de alimentos, que no sería lo mismo que una política de desarrollo que tenga como motor principal al mercado interno. ¿Se imagina un debate sobre el desarrollo sostenible e inclusivo con todos los sectores participando?
—Sí. Es necesario que estemos todos discutiendo en la misma mesa. La economía necesita de todos los sectores. Ahora: las reglas de juego las determinamos nosotros. Esa es la forma en que se debe dar el diálogo, entendiendo que nosotros vamos a tener en el año 2021 una economía que va a tener muchos recursos ociosos. Capacidad instalada no utilizada alta, y que el motor de la recuperación va a ser el mercado interno. Luego, también tienen que ir creciendo las exportaciones, y las condiciones para que acompañen la recuperación del mercado interno la vamos generando ya desde ahora. Para que después la economía no se vuelva a chocar con la famosa restricción externa, que genere inestabilidad cambiaria, inestabilidad de precios, e inestabilidad macroeconómica y social en general.
—¿Las medidas paliativas que se tomaron fueron suficientes o la situación fue peor de lo que se imaginaban? Por ejemplo, el Presidente comentó que con las solicitudes para cobrar el IFE apareció mucha gente que no tenían en los cálculos.
—La crisis puso en evidencia los problemas sociales y económicos estructurales que tenía el país luego de un período que le hizo mucho daño a la economía y generó un deterioro de todos los indicadores sociales. Esa fue nuestra prioridad número uno desde que asumimos cuando arrancamos con el plan contra el Hambre. Después hay una realidad que es que hay restricciones respecto a cuánto se puede proteger. No hay economía que no esté experimentando una caída de la actividad. Lo que se hace es tratar de maximizar la efectividad de las políticas macroeconómicas dentro de esas restricciones. Lo fundamental es definir prioridades y hay resultados positivos. Por ejemplo, la indigencia bajó con respecto a la situación pre Covid y se logró evitar aumentos en los niveles de pobreza respecto a lo que hubiera pasado sin un programa como el IFE.
—¿El índice de indigencia bajó en comparación a antes de la pandemia?
—Hay que esperar que el Indec publique los datos oficiales pero las estimaciones preliminares que manejamos es que el IFE fue efectivo para contener el aumento de la pobreza y reducir la indigencia, porque llegó a sectores a los que no se llegaba.
—¿El IFE se va a mantener entonces durante los próximos meses?
—Nosotros no nos atamos a nada. En una situación de crisis como la actual es fundamental mantener la flexibilidad, hay que ir respondiendo a lo que se va presentando. Sí vamos a mantener los principios de proteger a los sectores más vulnerables y el saber hacer de la economía.
—¿Es partidario de que se otorgue un ingreso universal?
—Hay que manejar estos temas con cuidado para no generar falsas expectativas. Somos partidarios de hacer todo lo que sea necesario para proteger a los sectores más vulnerables. Hoy hay un conjunto de programas para atender ese objetivo. Es decir, que el gobierno se está preocupando.
—¿Las tarifas de los servicios públicos en manos privadas le preocupa como un costo que retringe las posibilidades de desarrollo de los sectores productivos?
—Es un tema muy importante. Hay que buscar un equilibrio entre las restricciones que encuentra el fisco y las condiciones que las empresas deben enfrentar para ser competitivas. Ahora estamos en una situación de emergencia económica y hoy estamos atendiendo esa emergencia. Hay ciertas características estructurales de la economía sobre las que ya se había enunciado que se iba a trabajar. Y ciertas medidas que apuntan a cambiar cuestiones estructurales tienen que esperar a su debido momento.
—Otra de las deficiencias estructurales que mostró la pandemia fue el problema del hacinamiento y de la concentración geográfica. ¿Van a haber cuestiones de desarrollo regional en las medidas que se van a presentar?
—Sí, absolutamente. Las últimas dos semanas estuvimos trabajando con todas las gobernadoras y gobernadores junto a los ministros Wado de Pedro y Matías Kulfas en el esquema del Presupuesto 2021 para que tenga una perspectiva federal. En cuanto a la concentración geográfica están lo que son planes de infraestructura y vivienda. Dentro de las 60 medidas que anunció el Presidente que se iban a presentar hay algunas específicamente orientadas al desarrollo regional federal y equitativo. También habrá medidas para la vivienda y medidas más favorables para el desarrollo social.
—¿Lo que se conoce como impuesto a la riqueza es una buena medida para financiar al Estado en este momento de crisis?
—Sí, me parece una medida pertinente, adecuada. Necesitamos financiamiento para las políticas públicas y en el contexto en el que estamos hay sectores que están mejores condiciones de aportar que otros.
—Días atrás el Presidente hizo una teleconferencia con representantes de Pymes. ¿Piensan en un diálogo más fluido con ese sector, esperando que recupere una mayor identidad con las políticas del gobierno?
—En nuestra visión de la economía el sector pyme tiene un rol absolutamente central. Es muy importante que lo sientan así. Necesitamos a todos juntos en la misma mesa porque el país necesita de un crecimiento sostenido de su mercado interno y de sus exportaciones. No puede ocurrir una cosa sin la otra. No es sostenible. Las reglas de juego que definimos nosotros no buscan favorecer a sectores que tienen actividades trasnacionales por encima de los que están direccionados al mercado interno. Ese es un modelo de país que no va con nuestra visión de la economía y del desarrollo. No es que haya un sector, y en esto hago referencia al acto del 9 de Julio, que tenga un lugar prioritario. Buscamos el diálogo con ese sector y lo traemos a la mesa porque sabemos de su importancia para el desarrollo económico, pero no porque sea prioritario por sobre los otros.
—¿Qué expectativas tiene respecto al sector externo? ¿Se va a mantener el cepo?
—El cepo fue adoptado en un contexto de gran ansiedad económica por la administración anterior. No constituye una característica permanente de la economía. En el horizonte lo que buscamos es un horizonte de regulaciones de la cuenta capital razonable, que haya ingresos de capitales al país de los que nos interesan. No el capital especulativo sino la inversión externa directa, entendiendo que igual el desarrollo no va a venir por la inversión externa directa. Argentina tiene que tener inversión propia para el desarrollo. Para llegar a ese punto hay que ir construyendo robustez, tenemos que poder acumular reservas internacionales. No es algo que se consiga de un día para el otro. La realidad es que va a llevar un tiempo aun si la deuda se resolviese rápido. Es también importante no confundirse en esa cuestión.
Fuente: Página/12
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