La mitad de los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires están de acuerdo en mantener la cuarentena, pero poniendo en marcha un proceso de flexibilización. A ello se agrega un 26 por ciento que cree que hay que mantener la cuarentena de forma estricta, mientras que sólo el 20 por ciento piensa que hay que levantar todas las medidas y terminar con el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO). El presidente Alberto Fernández sigue teniendo un amplio apoyo de casi dos de cada tres vecinos del Área Metropolitana Buenos Aires (AMBA), mejorando 11 puntos respecto de lo que tenía el 20 de marzo, antes de la cuarentena. En el último mes cayó el respaldo, algo lógico por el desgaste del ASPO y el peso de los problemas económicos. En cuanto a la gestión de la crisis sanitaria, el gobierno de Fernández recoge nada menos que un 80 por ciento de aprobación. En paralelo hay un sólido optimismo respecto de la negociación de la deuda externa: casi seis de cada diez consultados confían en que se llegará a un acuerdo y consideran que la negociación está bien llevada.
Las conclusiones surgen de una amplia encuesta realizada por Aresco, la consultora que lidera Federico Aurelio, a la que Página/12 accedió en forma exclusiva. En total se entrevistaron 4.492 personas de Ciudad de Buenos Aires y los municipios del Gran Buenos Aires, la zona más afectada del país por la covid-19. En el estudio se respetaron las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social. El sondeo se hizo por teléfono, lo que hace presumir que está subrepresentado el sector de menores recursos -seguramente el de mayor adhesión al gobierno-, aunque la consultora de Aurelio tiene larga experiencia en materia de factores de corrección en esa materia.
Virus
La encuesta exhibe una notoria coincidencia con el rumbo decidido por Alberto Fernández, Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta: pese a que los datos de la enfermedad no están en descenso, se optó por un programa de flexibilización de la cuarentena.
Exactamente el 50 por ciento de los habitantes del AMBA tienen esa postura, a la que lícitamente puede sumarse el porcentaje (26 por ciento) de quienes se pronunciaron por mantener la cuarentena de manera estricta. Esto acerca el total de los que respaldan el aislamiento a casi el 80 por ciento. Del otro lado, aunque hacen ruido con sus confusas marchas a favor de la libertad, queda un 20 por ciento que dice que se debe levantar la cuarentena. No es, de todas maneras, un porcentaje menor.
Todos estos datos son significativos porque, como coinciden los intendentes del Gran Buenos Aires, los efectos de la cuarentena pegan muy fuerte en los sectores más humildes, de manera que lograr consenso en esas franjas no es nada sencillo. Es más, hay un 17 por ciento de la población que afirma que no tiene ningún ingreso, pero ese porcentaje sube en las franjas de menos recursos. En total, la mitad de los encuestados dijo que su situación económica es peor que antes del coronavirus.
Apoyos
La gestión del presidente Alberto Fernández tiene una aprobación del 64 por ciento, frente a un 32 por ciento que califica negativamente su trabajo al frente del país. Al principio de la cuarentena el mandatario tocó el 85 por ciento, que es el fenómeno que ocurre en las sociedades que enfrentan una guerra o una catástrofe: hay un respaldo casi unánime a un líder, porque existe como un sentimiento de unidad ante una grave amenaza. Después de un tiempo, la lógica es que las cosas vuelvan a la normalidad.
No obstante, el respaldo al presidente es mayor al 53 por ciento que tenía antes de la cuarentena y 16 puntos más que el 48 por ciento que sacó en las elecciones de 2019, aunque en la gestión de la propia crisis sanitaria, la aprobación al gobierno de los Fernández es del 80 por ciento.
El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, registra una aprobación categórica (76 por ciento), producto del hecho de que lo respalda gran parte de Juntos por el Cambio, pero también lo aprueba una amplia franja del Frente de Todos porque les parece bien que esté sentado junto a Alberto Fernández y a Axel Kicillof en todo lo que tiene que ver con la covid-19. Por supuesto que los números no le deben caer bien a Mauricio Macri, Patricia Bullrich y el ala dura de la oposición, que insiste en que hay que terminar con la cuarentena, critica al gobierno de los Fernández y solapadamente también el jefe de Gobierno.
Por último, los números de Kicillof también son muy buenos (57 por ciento de aprobación), cinco puntos por encima de lo que sacó en las elecciones del año pasado. Además, debe tenerse en cuenta la feroz campaña mediática en su contra a partir de la ofensiva permanente contra Cristina Fernández de Kirchner y la demonización del gobernador.
Economía
Como era de esperar, los cuatro meses de cuarentena y las dificultades económicas fueron mutando la mirada de los ciudadanos frente a las urgencias. Al principio, la prioridad absoluta era el virus y poco a poco trepó la preocupación por la situación económica.
De acuerdo al estudio de Aresco, en este julio hay porcentajes casi iguales: 46 por ciento dice que la prioridad es el virus y 48 por ciento que es la economía. Es otro aspecto del desgaste y la situación de virtual encierro que provoca el aislamiento.
Debe tenerse en cuenta que el 50 por ciento de los encuestados dijo que tiene menos ingresos que en marzo y el 17 por ciento que directamente no tiene ningún ingreso.
Finalmente, más del 65 por ciento está de acuerdo en cómo se está negociando la deuda externa, mientras que el porcentaje de los que se oponen es bajo: 25,8 por ciento. Es obvio que estas opiniones variarán si se llega o no a un acuerdo con los acreedores.
Futuro
Los siete primeros meses del gobierno de los Fernández prácticamente no tuvieron normalidad: como en el mundo entero, el coronavirus irrumpió y afectó todo. En términos comparativos, como lo hace en cada conferencia de prensa, el Presidente puede exhibir números mejores que casi cualquier otro país. Parece evidente que la respuesta fue adecuada, con consensos que registran pocos antecedentes y resultados satisfactorios. Una clave de lo que se viene estará en la resolución de la crisis sanitaria, es decir si el gobierno logra seguir manejando la pandemia con resultados razonables, en términos comparativos.
En el terreno económico la perspectiva es similar. Habrá que salir de la catástrofe que deja el virus, pero también –y está poco dicho– de la situación calamitosa que viene de la gestión de Mauricio Macri. Por ahora es difícil pronosticar cómo evolucionará el apoyo al gobierno, pero el punto de partida del 64 por ciento es más que bueno.
Fuente: Página/12
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