23 noviembre, 2024

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Alberto Fernández: «Sé quiénes me votaron y sé qué país quiero» Nora Veiras y Victoria Ginzberg

Es un sábado nublado en Olivos. Los negocios están cerrados y en la calle prácticamente no hay nadie, el clima ayuda al cumplimiento de la cuarentena. Pero adentro de la quinta presidencial hay movimiento. Después del mediodía se reunirá el gabinete económico y social para trabajar sobre el plan de la postpandemia, como llama el Presidente a un conjunto de medidas que apuntan a la reactivación económica de todo el país luego de la crisis provocada por el coronavirus. Alberto Fernández llega a la sala de reuniones donde se realizará la entrevista con PáginaI12 acompañado de Dylan y Prócer, los dos collies que lo siguen por todas partes.

En un diálogo extenso, el Presidente anticipa que esta semana presentará el proyecto de Reforma Judicial y que el aporte extraordinario a la riqueza será abordado en el Congreso a la brevedad, aunque aclara que es una iniciativa legislativa. No elude ningún tema, desde las críticas o diferencias dentro de su espacio a su relación con la oposición, dos hechos que marcan su forma de hacer y construir política. “El que se enoja con mi diálogo que se desenoje solo porque no voy a dejar de dialogar”, asegura. Pero también: “sé quienes me votaron, qué intereses represento y qué país quiero. Todo este tiempo dije que tenemos que construir una sociedad más igualitaria y más equilibrada”. Admite que la convocatoria del 9 de julio, donde estuvieron los principales empresarios del país, pudo haber sido más amplia, pero señala: “No puede ser que se interprete que eso implica que uno va a hacer lo que los poderes fácticos mandan. Esa es una lectura mínima, minúscula”. Recuerda que dentro del Frente de Todos conviven miradas distintas . “El problema –concluye– es que nos hagan creer que eso hace imposible nuestra convivencia. Cuando nos convencieron de eso, ganó Mauricio Macri”

–Esta semana se armó cierto revuelo porque Cristina Kirchner recomendó en Twitter una nota de Página/12, de Alfredo Zaiat , que era crítica de la convocatoria a los empresarios del G6 el 9 de Julio.

–Lo leo mucho a Alfredo, lo respeto mucho. Esa mañana la nota la comenté con Axel (Kicillof), pero no le di mucha trascendencia. Pero Cristina hizo otra lectura y la retuiteó .

–Surgieron muchas interpretaciones

–La nota plantea cosas que a mi juicio son ciertas y otras que son sesgadas. Si nosotros queremos construir otro modelo de país no podemos hacerlo sólo con los que disfrutan del modelo de país que tenemos, porque ellos no quieren cambiar el país. Pero no podemos hacerlo sin ellos. Son dos cosas distintas.

–¿La convocatoria del 9 de Julio no fue un poco sesgada?

–Podríamos haberla hecho un poco más amplia. Me arrepentí de no haberlo convocado a Hugo Yasky, que representa otra central obrera. Podríamos haber convocado alguien de los movimientos sociales. Pero también sé quiénes me votaron a mí y sé qué intereses represento y sé qué país quiero. Todo este tiempo dije que tenemos que construir una sociedad más igualitaria y más equilibrada y que la pandemia solo dejó al descubierto las miserias de nuestra sociedad, miserias de tal magnitud que de repente aparecieron nueve millones de argentinos a los que el Estado no registraba. Entiendo que la voz de todos ellos soy yo. Porque esos nueve millones de argentinos aparecieron por la acción de mi gobierno, y el Plan Alimentar existe por la acción de mi gobierno, los aumentos en la AUH existen por la acción de mi gobierno. No puede ser que se interprete que un 9 de julio donde están los poderes fácticos de la Argentina acompañando implique que uno va a hacer lo que esos poderes fácticos mandan. Esa es una lectura mínima, minúscula. Hace tres días, cuando a Lula le preguntaron con quién tenía que hablar, dijo lo mismo que yo creo: cuando uno gobierna es el director de orquesta. Todos tienen que tocar la partitura en el momento que les toca. Si ustedes revisan, siempre mis críticas fueron para el discurso único. La opinión de Cristina es muy importante en la política argentina, muy valiosa y muy respetable. Uno tiene que tener en claro por qué llegó. Yo llegué porque los más necesitados están pidiendo que se ocupen de ellos. Yo me ocupé de ellos en todo este tiempo y me voy a ocupar de ellos primordialmente en el futuro. Cada vez que hablé empecé mi discurso diciendo primero los últimos, primero los que lo están pasando peor.

–¿Le molesta que critiquen su excesiva vocación de diálogo?

–El que se enoja con mi diálogo que se desenoje solo porque no voy a dejar de dialogar. Por qué es lo que es lo que siempre creí en política. En política se conduce dialogando.

–¿No se complica el diálogo a veces para representar determinados intereses?

–Creo que muchos empresarios se han dado cuenta que el capitalismo no existe si no tienen consumidores. El capitalismo no existe en un mercado empobrecido. La crisis nos tiene que hacer repensar muchas cosas. El capitalismo tal como lo conocimos no tiene mucho sentido. Ha demostrado una debilidad enorme pues, como le gusta decir a Axel Kicillof, apareció un virus imperceptible al ojo humano y desmoronó la economía mundial en cinco minutos. El sistema económico mundial ha dejado de ser sólido cuando lo financiero pasó a un primer plano y lo productivo pasó a un segundo plano. Es hora de que repensemos un modo de producción menos contaminante, que repensemos un modo de producción antes que un modo de enriquecimiento financiero. Que nos demos cuenta de que hemos generado un sistema de concentración de la riqueza que ha condenado a muchos pueblos del mundo a vivir en la miseria. Esta posición es la que he planteado siempre.

–Desde otro lado, Adelmo Gabbi, de la Bolsa de Comercio, dice que a veces le manejan la lapicera.

–No me preocupa mucho lo que la gente cree. Respeto lo que la gente piensa. Soy muy seguro de mí mismo, que cada uno piense lo que quiera. Estoy muy seguro de lo que estoy haciendo y me siento muy acompañado por mi fuerza.

–¿Qué pasa cuándo no hay voluntad de diálogo del otro lado? Por ejemplo, cuando los presidentes de los partidos de Juntos por el Cambio hicieron ese comunicado sobre la muerte de Fabián Gutiérrez

–En la charla que tuvimos después de ese documento con los diputados de la oposición de Cambiemos expresaron su vocación de dialogar de otro modo. El senador Luis Naidenoff, el diputado Cristian Ritondo hablaron de la necesidad de reconstruir la confianza para generar un diálogo más sincero. Pero para reconstruir la confianza hay cosas que no se deben hacer y decir. Ese comunicado fue tremendo. Insinuaba que el asesinato de una persona era producto del interés judicial de mi vicepresidenta y que yo era su encubridor. Un delirio, un disparate insoportable para la convivencia democrática. Yo estoy dispuesto a renovar la confianza pero hay cosas que pasan el límite. Fue inadmisible.

–En la conferencia del viernes estuvo Gerardo Morales, gobernador de Jujuy, explicando la situación en su provincia. Y en Jujuy sigue presa Milagro Sala.

–Ya dije todo lo que tenía que decir al respecto sobre Milagro Sala y es lo que creo. Marqué dónde estuvieron los errores procesales y judiciales del caso. Creo que ella es parte de los tiempos de la Argentina donde el encarcelamiento preventivo se hizo con una gran irresponsabilidad. Ahora eso está en instancia de apelaciones y no sé si llegó a la Corte Suprema. Pero cuando uno habla con el gobernador de Jujuy, es el que han elegido los jujeños. Y el viernes puse el caso jujeño porque es uno de los casos que son un problema.

–Las diferencias y la confrontación son también parte de la política

–El diálogo es un camino de encuentro, pero si no hay encuentro las decisiones hay que tomarlas. Y hay muchas cosas en las que sé que hay disidencias. El otro día hablé con la Asociación Cristiana de Empresarios y les dije lo que les acabo de decir a ustedes y ellos consideraron que el planteo mío era el planteo correcto pero seguramente el día que tengamos que hablar de aborto tendremos posiciones distintas. Pero creo que hemos hecho las cosas lo mejor que pudimos y creo que los resultados no son negativos. Hay una fuerza que trata de dividirnos permanentemente y nosotros no debemos caer nuevamente en esa trampa. Somos una fuerza heterogénea que tiene miradas diferentes. Eso es cierto pero no queremos que nuestro pueblo vuelva a someterse a políticas que generaron que el país quede virtualmente fuera del mundo y que le ha hecho sufrir a millones de argentinos. Con cierre de fábricas, con pérdida de empleos y aumento de la pobreza. Tenemos que concentrar todo nuestro esfuerzo en esa gente. Tenemos que entrar al mundo con otra inteligencia, sin apegarnos a ningún mandato geopolítico. Tenemos que hacer todo lo posible por volver a reconstruir la unidad del continente. Eso es lo que creo y creo que lo podemos hacer y no nos tienen que confundir. Hay muchas cosas que decimos francamente y que las potencian para que parezcan peleas y conflictos. Lo que tenemos que entender los compañeros es que nos hacen esas cosas para que caigamos en esas peleas y no tenemos que caer.

–¿Lo hacen para incentivar el fuego amigo?

No hay fuego amigo, hay gente que dentro del espacio tiene miradas propias y está bien. Eso fue el peronismo siempre. Y nosotros queremos ser más que el peronismo. Queremos que haya más gente, que haya independientes, gente de centro izquierda que no necesariamente sea peronista y se sienta parte de este frente de todos y todas. Entonces ¿cuál es el problema de que tengan en algún punto una disidencia? El problema es que nos hagan creer que eso hace imposible nuestra convivencia. Cuando nos convencieron de eso ganó Macri, nunca se olviden.

Plan pospandemia y deuda

–Ya hay un plan pospandemia. Lo anunció a los legisladores de la oposición. ¿En qué consiste y cuándo lo lanzarían?

–En una serie de medidas que reactiven y pongan en marcha otra vez la economía. Son un montón de medidas. La idea es dividir el país en seis regiones: AMBA y las cinco que ya existen, Centro, NOA, NEA, Cuyo y Patagonia y hacer planes específicos para potenciar las fortalezas de cada región. La pandemia nos da la oportunidad de ir hacia un lugar de construcción distinto. Hay un plan general y un plan específico. Va a ser necesario hablarlo con los gobernadores de cada región.

–¿Y en qué consiste el plan general?

–Es un conjunto de medidas. Hasta acá tenemos casi 60 medidas que tienden a volver a poner en marcha la economía dando incentivos.

–¿Qué lugar ocupa la obra pública?

–Buena parte del plan es obra pública y la construcción de viviendas. Son formidables movilizadores de la economía porque ayudan a mover muchas actividades y muchos sectores de la economía y no necesitás importar insumos. Creo que en los próximos días vamos a estar en condiciones de anunciarlo. Las medidas van a marcar cuál es nuestro norte. Algunos van a decir que está todo nublado, que no es fácil caminar, eso es la pandemia. Pero lo que no queremos es discutir hacia dónde vamos, porque tratan de instalar que no sabemos qué hacer y nosotros lo sabemos perfectamente. El problema es que está lleno de neblina.

–¿Parte de este paquete puede ser un blanqueo como pide la Cámara de la Construcción?

–Eso está en carpeta. Es un pedido de la Cámara. Confieso que soy muy poco amigo del blanqueo. Me interesa mucho más que el dinero que se blanqueó y se quedó en paraísos fiscales vuelva a la Argentina. La Cámara de la construcción propone hacer un nuevo blanqueo a cambio de que se invierta la plata en construcción. Está como un montón de propuestas en estudio.

–En medio de la pandemia se da también la negociación con los bonistas y BlackRock, uno de los grupos, es muy reticente al acuerdo. ¿Qué expectativas tiene?

–Siempre digo que por algún designio divino cada vez que me toca llegar el Gobierno la Argentina está en default. Nos dimos un plan serio para que la Argentina pueda reordenar su deuda de manera tal que esa deuda se haga pagable sin que eso signifique nuevas postergaciones para sectores ya muy lastimados. Yo no quiero que Alberto Fernández arregle su problema para gobernar, porque eso lo hubiera hecho el primer día. La oferta de ellos fue no pagar nada durante cuatro años y después pagar lo que la Argentina no iba a poder pagar, pero no tengo ningún interés en dejarle el problema a otro. Lo que intento es que la Argentina resuelva su problema. Hemos actuado de buena fe. Hemos seguido los criterios financieros internacionales. Hemos hecho una propuesta auditada por el Fondo Monetario. Los hemos escuchado. Y nos hemos extendido hasta este límite. Esta es la última oferta que hace la Argentina, no va a haber otra.

–¿Es optimista?

–Soy optimista porque espero que entiendan que hemos hecho un gran esfuerzo. Y que en esos años donde ellos compraron deuda yo en Argentina decía que era una locura lo que estaban haciendo. Pero más allá del error que pudo haber significado esa inversión por parte de ellos nosotros queremos encontrar una solución. Espero que sea la última vez en la historia que la Argentina discuta el problema de la deuda. Además sería interesante que el mundo se ordene financieramente, el mundo quedó dado vuelta, hay alrededor de 40 países que están en condiciones de defaultear.

–¿Si se llega a un acuerdo, Argentina después no va a necesitar más nueva deuda?

–Espero no necesitar nada. Espero que la Argentina se recupere con sus propios recursos, con el impulso del Estado y que dejemos de endeudarnos porque la deuda nos condiciona. Pasa en la vida individual y pasa en la vida de los países, no te condiciona sólo políticamente te condiciona para poder proyectar porque tenés esa espada de Damocles en tu cabeza. Soy muy kirchnerista, nestorista. Yo lo viví con Néstor y lo aprendí con Néstor. Había cinco reglas que respetamos durante todo el mandato: desendeudarnos, acumular reservas, tener un dólar competitivo para poder exportar, superávit comercial y superávit fiscal.

–Ahora va a tener un aumento del déficit fiscal.

–Pero claro, lo que pasa es que todo eso ocurre en países sin pandemia. Evidentemente el problema fiscal lo vamos a tener porque hemos puesto mucho dinero que la gente necesitaba en el bolsillo. En un momento donde la economía estaba totalmente paralizada. No soy un dogmático del superávit fiscal, pero claro que es mejor vivir sin deudas y es mejor que gastes lo que te entra. Ahora este es un momento único, único, que nadie vivió, nadie me lo puede contar.

Fuente: Página/12