23 noviembre, 2024

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La fascinante y dramática historia argentina Lo que nos pasó a partir del 25 de mayo de 1810 9 Un tema polémico: las fuentes ideológicas de la revolución

¿Cuál fue la ideología que orientó el accionar de los hombres de Mayo? No hay una única respuesta. Hay quienes consideran que el proceso revolucionario que desembocó en la destitución de Cisneros se nutrió de la tradición filosófica española. Otros, en cambio, prefieren destacar el influjo de las ideas de revolución norteamericanas y francesas. Es curioso que entre los defensores de la influencia española sobre el proceso revolucionario se destaquen dos autores situados en las antípodas. Por un lado, Jorge Abelardo Ramos para quien los levantamientos americanos fueron “prolongación en el Nuevo Mundo de la conmoción nacional en la vieja España” (1). Por el otro, Germán Bidart Campos quien expresa que “Lo que interesa poner de relieve es que la ideología empleada, y la forma como se institucionaliza en la Revolución de Mayo en su ciclo inicial, son de rancia estirpe española” (2). En la otra vereda cabe mencionar a Beatriz Bosch  y Carlos Sánchez Viamonte (3). Floria y García Belsunce se valen del “principio de complementariedad” (4) para explicar la compleja trama ideológica que influyó sobre los revolucionarios. Según dicho principio la realidad se le presenta al hombre como un sistema o conjunto. De esa forma se pueden explicar problemas que en apariencia son contradictorios. Ello permite comprender la influencia que ejercieron en el proceso revolucionario autores disímiles como Suárez y Rousseau.

 

(1) Jorge Abelardo Ramos, Revolución y contrarrevolución en Argentina, Ed. La Reja, Buenos Aires, 1961, citado por Floria y García Belsunce, Historia de…., p. 307.

(2) Germán Bidart Campos, Historia política y constitucional argentina, Ed. Ediar, Buenos aires, Tomo I, 1976, p. 27. En las notas al capítulo I aconseja la lectura de Tulio Halperín Donghi, Tradición política española e ideología revolucionaria de Mayo, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1961; y del citado por Floria y García Belsunce, Demetrio Ramos, Formación de las ideas políticas que operan en el movimiento de mayo en Buenos Aires, Revista de Estudios políticos, Madrid, 1964, núm. 134.

(3) Beatriz Bosch, Trascendencia revolucionaria del Cabildo Abierto del 22 de Mayo, Ed. Univ. Nac. Del Litoral, Santa Fe, 1960; Carlos Sánchez Viamonte,  Historia institucional argentina, FCE, México, 1948, en Floria y García Belsunce, historia de…, págs. 30//308.

(4) José Maravall, Teoría del saber histórico, “Revista de Occidente”, Madrid, 1958, pág. 58.

 

 

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La teoría de la reasunción del poder por el pueblo criollo

 

El 25 de mayo de 1810 arrancó la gestión del primer gobierno criollo y señaló el comienzo de un proceso revolucionario cuyo objetivo no fue otro que la independencia. Se trató de un profundo cambio político y social. Político porque la autoridad del virrey fue reemplazada por la autoridad de la Junta de Buenos Aires. Social porque los criollos se hicieron cargo del mando conformando un gobierno autóctono. El cambio también abarcó lo económico porque a partir de esa fecha histórica el gobierno patrio tomaría medidas que provocarían el reemplazo de España por Gran Bretaña como país de referencia a nivel internacional. Y, finalmente, daría lugar a un profundo cambio militar ya que a partir de ese momento el poder militar tendría una activa participación en la estructura del Estado que nacía. La revolución de Mayo germinó en la cabeza de una élite intelectual. Las jornadas del 22 al 25 de mayo fueron posibles porque un selecto grupo político tenía en mente ideales políticos nuevos que sirvieron para justificar la revolución. A poco de instalado el primer gobierno criollo Mariano Moreno dijo a modo de sentencia que se había producido la disolución del pacto político que unía al virreinato con España, que los lazos que lo ligaban con la madre Patria habían sido disueltos. “La disolución de la Junta Central restituyó a los pueblos la plenitud de los poderes, que nadie sino ellos podía ejercer, desde que el cautiverio del rey dejó acéfalos al reino y sueltos los vínculos que los constituían, centro y cabeza del cuerpo social. En esta disposición no sólo cada pueblo reasumió la autoridad que de consuno habían conferido al monarca, sino que cada hombre debió considerarse en el estado anterior al pacto social de que derivan las obligaciones que ligan al rey con sus vasallos…” (1).

 

En este párrafo el fogoso Secretario del primer gobierno patrio destaca una teoría política que jugó un rol central en la revolución de mayo: la reasunción del poder por el pueblo de Buenos Aires. El cabildo del 22 de mayo dio por finalizado el mandato de Cisneros. Ahora bien ¿podía el pueblo de Buenos Aires tomar semejante decisión sin antes haber consultado a los restantes pueblos del Virreinato? Fue el fiscal Villota quien, en aquella histórica sesión del Cabildo, planteó que el pueblo de Buenos Aires carecía de la autoridad suficiente para decidir por sí mismo acerca de la caducidad del virrey. En consecuencia, sólo cabía esperar a que todos los pueblos del virreinato opinaran al respecto, lo que en la práctica significaba un aplazamiento del revocamiento de Cisneros. Lo que pretendía Villota no era más que ganar tiempo. Su argumento era difícil de ser rebatido. Si bien España estaba por desaparecer el establecimiento de un gobierno criollo en el Río de la Plata únicamente era legítimo si contaba con el apoyo de todos los pueblos del virreinato, representados por diputados reunidos en Congreso. Según Bidart Campos la aseveración de Villota sentó las bases del derecho público argentino (2). Juan José Paso decidió salirle al cruce esgrimiendo un argumento tan válido como el de su contrincante. Consideró que Buenos Aires, por su puerto y su ubicación geográfica, era blanco fácil para los cañones del enemigo, lo que también implicaba un riesgo para los restantes pueblos; en consecuencia, tenía “la facultad y el derecho de tomar la gestión del asunto ante el peligro común, sin perjuicio de someterse después a la aprobación de sus consocios, dándoles cuenta y razón de lo que ha hecho”. Urgido por la necesidad y el peligro Buenos Aires tomó una drástica decisión cuyo carácter era transitorio y precario, comprometiéndose, por ende, en poco tiempo a invitar a los representantes de los restantes pueblos a conformar un gobierno permanente (3), para conformar lo que hoy se denominaría un gobierno de “unión nacional”.

 

Vale decir que “la asunción de la capacidad política por parte de Buenos Aires lo es, entonces, a sólo título de gestión de negocios, con carácter provisorio, y sujeta a ratificación de los demás pueblos virreinales”, enfatiza Bidart Campos (4). Si bien el pueblo de Buenos Aires reasumió el poder, no era, por ende, su titular exclusivo. Lo eran todos los pueblos que componían el virreinato del Río de la Plata. La decisión que tomó el Cabildo el 25 de mayo fue provisoria, fruto de la delicada situación que imperaba en aquel momento. En términos actuales se puede decir que Saavedra, Moreno y compañía tomaron una dramática decisión a través de un decreto de necesidad y urgencia. Para dotar de legitimidad a semejante decisión era fundamental la inmediata participación de los restantes pueblos a través de sus representantes. Dice Bidart Campos: “Hemos de recordar que se conoce con el nombre de “ratihabición” la confirmación tácita o expresa que los pueblos del interior hacen con respecto a la decisión de Buenos Aires. Ratihabición significa, pues, en la historia de nuestro derecho constitucional, la ratificación por parte de los pueblos del interior de lo que, sin mandato suyo-pero a título de gestor de negocios-, hizo Buenos Aires entre el 22 y el 25 de mayo de 1810” (5).

 

(1) Mariano Moreno, Selección de escritos, Buenos Aires, 1961; en Floria y García Belsunce, Historia de los…, p. 310.

(2) Germán Bidart Campos, Historia política y constitucional argentina, Tomo I, Ed. Ediar, Buenos Aires, 1976, p. 32.

(3) Germán Bidart Campos, Historia política…., Tomo I, p. 32.

(4) Germán Bidart Campos, Historia política…., Tomo I, p. 32.

(5) Germán Bidart Campos, Historia política…., Tomo I, p. 33. Desde la página 33 hasta la página 35 Bidart Campos expone con extrema minuciosidad la manera en que quedó insinuada la futura participación de los pueblos del interior durante las históricas jornadas de mayo.

 

 

Bibliografía básica

 

-Germán Bidart Campos, Historia política y constitucional argentina, Ed. Ediar, Bs. As. Tomos I, II y III, 1977.

-Natalio Botana, El orden conservador, Ed. Sudamericana, Bs. As., 1977.

-Natalio Botana y Ezequiel Gallo, De la República posible a la República verdadera” (1880/12910), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo III, Ariel, Bs.As., 1997.

-José Carlos Chiaramonte, Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina (1800/1846), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo I, Ariel, Bs. As., 1997.

-Carlos Floria y César García Belsunce, Historia de los argentinos, Ed. Larousse, Buenos Aires, 2004.

-Tulio Halperín Dongui, Vida y muerte de la República verdadera (1910-1930), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo IV, Ariel, Bs. As., 1999.

-Tulio Halperín Donghi, Proyecto y construcción de una nación (1846/1880), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo II, Ariel, Bs. As., 1995.

-John Lynch y otros autores, Historia de la Argentina, Ed. Crítica, Barcelona, 2001.

-Marcos Novaro, Historia de la Argentina contemporánea, edhasa, Buenos aires, 2006

-David Rock, Argentina 1516-1987, Universidad de California, Berkeley, Los Angeles, 1987.

-José Luis Romero, Las ideas políticas en Argentina, FCE., Bs. As., 1956.

-Juan José Sebreli, Crítica de las ideas políticas argentina, Ed. Sudamericana, Bs. As., 2003.