Felipe Solá no tiene ni una sola arruga. Le cae bien estar en política. Y ahora quiere ser presidente.
«Tengo una mirada del país distinta a la que tiene Sergio Massa», admitió Felipe Solá.
A los 68 años, Felipe Solá no tiene ni una sola arruga. Le cae bien estar en política. Y ahora quiere ser presidente de la Nación. Un corolario al cursus honorum de la política. A la hora de describir la realidad económica, el ex gobernador bonaerense no anda con vueltas: «Mauricio Macri se creía que bastaba con no ser peronista, ser rubio y saber inglés. Y que de esa manera se abrirían los mercados y el mundo festejaría la llegada de occidentales al poder».
En una entrevista a fondo con La Capital, Solá cree que el que juega en contra de un peronismo unido está abonando la reelección del actual jefe del Estado, duda de la verosimilitud del escándalo de los cuadernos y no duda en intentar sumar a los socialistas santafesinos a su proyecto de unidad opositora. Pero, de paso, chicanea a Margarita Stolbizer, la jefa sin tropa del «progresismo liberal».
Sorprende Solá cuando blanquea diferencias con Sergio Massa, su ex jefe dentro del Frente Renovador. «La situación del país es dramática», apunta el diputado nacional, mientras le da los últimos dos sorbos a un café express calentísimo, en un atardecer gélido. Admite que quiere reunirse con Cristina Kirchner. Se dice en los pasillos de la política que la ex presidenta es la que podría avalar el sueño del ingeniero agrónomo.
—¿Ya está en plan de campaña presidencial?
—Estoy en plan de movilización política personal y me gustaría mucho ser presidente de la Nación. Me siento capaz, pero no hay que profundizar la campaña sino lograr la unidad de la oposición, inclusive, más allá del peronismo.
—Algunos quieren la unidad sin Cristina, aunque sí al kirchnerismo participando, cuando, claramente, es la ex presidenta la que más votos tiene. Pero con Cristina no alcanza y sin Cristina, menos.
—Si queremos un futuro para la Argentina hay que formar una oposición seria y ganarle a Macri. Todo aquel que divide a la oposición está trabajando para Macri. Estoy preocupadísimo por el presente y futuro del país y por la persistencia de un modelo que ya nos llevó a una situación insostenible. Me cuesta imaginar una situación social peor que la actual.
—Trascendió que Cristina lo mira a usted como una posibilidad concreta de transformarse en el candidato de la unidad peronista. ¿Le consta o es un mito político?
—No me consta. Sí me consta que peronistas de un lado y del otro me tratan como un compañero. Nunca me han negado. Fui opositor desde 2008 hasta 2017 y tengo muchas observaciones para sus gobiernos, vinculadas al sectarismo, al dogmatismo, al cansancio que generó. Sin embargo ahora me enfrento como argentino a una situación mucho más grave: un proyecto neoliberal que sólo se apoya y obedece a los recortes del FMI. No hay ninguna posibilidad de reconstruir el país si no se reconstruye el trabajo. Si esa es la prioridad, todas las otras medidas tienen que pasar ese filtro: ¿protegen o no el trabajo? No hay nada más lejano a proteger el trabajo que el gobierno de Macri. Reconozcamos que hay hambre en Rosario, en Buenos Aires. En la ciudad de Buenos aires hay 4.000 personas durmiendo en la calle, y que le piden a uno una lata de tomate o pañales, no plata. El gobierno avanza con el criterio sin piedad y sin entender nada.
—¿El gobierno no sabe, no quiere o no puede hacer otra cosa?
—Macri hizo un pésimo diagnóstico. Creyó que bastaba con no ser peronista, ser rubio y saber inglés. Y que de esa manera se abrirían los mercados y el mundo festejaría la llegada de occidentales al poder. El modelo este que aplica Macri se parece más al de Martínez de Hoz que al de Domingo Cavallo. El de Cavallo tenía respaldo político. Son profundamente ineptos en materia económica.
—¿No se chocan con Massa si ambos son candidatos a presidente?
—Sí, habría un conflicto de intereses. Aunque admito que yo tengo una mirada del país distinta a la de Massa, respecto de lo que él piensa.
—¿En qué se diferencia de Massa?
—Yo soy un integrador absoluto de toda la oposición, y pienso que la situación es dramática. Massa todavía no parece adherir a eso. Yo creo que no debe haber dos peronismos, debe haber uno solo, que debe animarse a competir y jugarse por un gobierno de salvación nacional, que salve al país de este desastre. El gobierno que viene recibirá un desastre interno y una catarata de vencimientos externos.
—¿El armado opositor incluye al socialismo santafesino?
—Ojalá. Siempre hubo un «progresismo liberal», del que forma parte el socialismo, y espero que no se enojen porque los llamo así. Es lo que representa Margarita Stolbizer. Fuera de Santa Fe, son testimoniales. Hay que hacer un frente generoso. Me voy a reunir con Miguel Lifschitz y Antonio Bonfatti.
—El escándalo de los cuadernos es todo ganancia para el gobierno. ¿Usted se pregunta si no habrá sido un ardid para sacar de escena otros temas?
—Tengo esa sospecha. Debe actuar la Justicia y no se debe usar tanto, desde la Justicia, el escándalo mediático. Las filtraciones son escandalosas. El armado es sospechoso, y vi un video por televisión que es una vergüenza. Yo quiero que la Justicia actúe hacia atrás, y ahí yo creo que Bonadio no es un juez capacitado, porque está lleno de odio. También pido celeridad para las denuncias actuales. No hay que tapar cómo financia Cambiemos la política. Hizo tanta bulla Cambiemos con la transparencia que ahora se le vuelve en contra.
—¿Se reunió o se va a reunir próximamente con Cristina?
—No tengo ningún inconveniente en reunirme con ella, y posiblemente lo haga. Del mismo modo que lo voy a hacer con Lifschitz y con otros dirigentes. Si se empiezan a intentar manchas venenosas, se está jugando con Macri.
—Las primarias abiertas en Santa Fe fortalecieron al peronismo. ¿Por qué no hacerlas a nivel nacional?
—El ejemplo es ese. Y todos quieren una unidad final. Para que esa unidad se dé tiene que haber muchas tormentitas previas. Pero son tormentitas, la del gobierno es una tormenta eterna. No hay mercado en la Argentina, vamos a un cementerio económico, y eso no se recupera tan rápido. Reconstruir la economía requiere tiempo, para destruirla basta un ministro con un excel.
Fuente: Diario La Capital
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