25 noviembre, 2024

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NUEVO CICLO POLÍTICO

KPor El Pingüino

El miércoles 9 de noviembre a las 23.59 hs. terminó el ciclo que había comenzado en aquel lejano 25 de mayo de 2003. Fue un final apoteótico para la presidenta de la nación. Cuando caía la noche la Plaza de Mayo estaba colmada, al igual que varias cuadras de la avenida de Mayo y de las dos Diagonales. Cuando apareció Cristina en el escenario montado delante del frente de la Rosada el centro porteño cimbró. Previamente la presidente había descubierto un busto de Néstor Kirchner en la propia Casa de Gobierno. Cristina no pudo tener mejor despedida. No recuerdo que en la Argentina un presidente hubiera terminado su mandato hablando delante de una Plaza de Mayo en la que no cabía un alfiler. Su discurso fue duro y confrontativo, como lo fueron todos sus discursos. Más que un discurso de final de ciclo sonó a un discurso de inicio de una campaña que tiene como objetivo las elecciones presidenciales de 2019.

Al día siguiente asumió Mauricio Macri. Al mediodía prestó juramente en el Congreso delante de la Asamblea Legislativa. Su discurso fue breve y conciso. Dijo que iba a combatir a muerte a la corrupción, que no toleraría a los jueces macristas y que había llegado el momento de dialogar en aras del bien común público. Luego se dirigió en auto rumbo a la Casa de Gobierno. Había bastante público en el cordón de las dos veredas de la Avenida de Mayo bajo un sol abrasador. En el interior de la Rosada Federico Pinedo, quien había sido presidente las doce horas previas, le entregó el bastón de mando y le colocó la banda presidencial. Luego salió al histórico balcón para saludar a la multitud reunida en ese momento. Cuando la gente le pidió que bailara, lo hizo sin sonrojarse. Esto enojó mucho a la militancia peronista que no le perdonó que bailara en el balcón de Perón y Evita. Su primer día como presidente de la nación fue registrado minuto a minuto por las cámaras de televisión, tanto privadas como públicas. Conocidos periodistas de TN, América y otros canales de cable compitieron por ver quién era más obsecuente. Realmente una vergüenza. En un momento dado me acordé de la gran película “Truman”, basada en la historia de un hombre que desde su nacimiento todos sus movimientos fueron registrados por la televisión.

Terminó un ciclo político y comienza otro, de signo político antagónico. En esta oportunidad la alternancia tuvo lugar normalmente, como debe ser en una democracia que se precie de tal. A partir del 10 de diciembre la Argentina será gobernada, como bien señala Alfredo Zaiat, por una “CEOcracia”, es decir, un gobierno dominado por los CEO de grandes empresas. Se trata de un hecho inédito en nuestra historia. La CEOcracia parte del supuesto de que los altos ejecutivos de las grandes empresas están más capacitados y son más honestos que los dirigentes políticos tradicionales para ejercer las funciones políticas. El gobierno de Macri se basará en el management y la eficiencia. Su flamante gabinete es la fiel expresión de esta concepción. Áreas tradicionalmente políticas como Cancillería y Ministerio del Interior están ahora en manos de una ex CEO de Telecom y de un economista, respectivamente.

Los próximos meses serán muy complicados, tanto para Macri como para todos nosotros. Que el Congreso será un ámbito complicado para el flamante presidente lo demuestra su decisión de no convocar a sesiones extraordinarias, como aparentemente lo había decidido anteriormente. Evidentemente aún no tiene bien aceitadas sus negociaciones con aquellas fuerzas de la oposición que serán vitales para la aprobación de leyes (léase: el Frente Renovador). Astutamente, lo primero que hizo Macri como presidente electo fue conversar con Scioli, Massa, Stolbizer y Rodríguez Saá. Su intención es conformar una gran fuerza parlamentaria tendiente a cercar a los antimacristas puros: el FPV y la izquierda. Mientras tanto, los periodistas obsecuentes proclaman el surgimiento de una nueva Argentina, unida y solidaria en torno a la figura suprema de Mauricio Macri.

Si bien la Argentina lejos está de parecerse a la de diciembre de 2001, el presidente tendrá por delante una ardua tarea. Como todavía no ha tomado decisiones no conviene apresurarse a la hora de hacer críticas. Hay que esperar para ver cómo actúa. De su sapiencia para ejercer el poder dependerá que los próximo años sean llevaderos o, por el contrario, la antesala del infierno. Que Dios ampare al pueblo argentino.