25 noviembre, 2024

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EL MENSAJE DE LAS URNAS

K

Por El Pingüino

 

El domingo 22 de noviembre hablaron las urnas. Mauricio Macri, candidato de la fuerza Cambiemos, es el flamante presidente electo de la Argentina al superar por escaso margen a Daniel Scioli, candidato del FPV. La victoria de Macri no sorprendió a nadie. Con los resultados de las PASO se podía vislumbrar un desenlace como el que finalmente se dio en el balotaje.

Aquel 9 de agosto significó el principio del fin para su rival, Daniel Scioli. Ese día estuvo cerca de alcanzar el tan ansiado 40% pero se quedó en la puerta de entrada al castillo al cosechar apenas el 38,6% de los sufragios. Mauricio Macri, que en esa oportunidad había orillado el 30% de los votos, se envalentonó. Aconsejado por Durán Barba, se transformó en el emblema del “cambio”, esa palabra mágica que comenzó a hipnotizar a millones de ciudadanos. El 25 de octubre tuvo lugar la primera vuelta. Ahí Scioli se jugó el todo por el todo ya que un balotaje le resultaría harto dificultoso. En consecuencia, puso toda la carne en el asador pero, una vez más, se quedó en la puerta de entrada al castillo. El 37% que obtuvo fue por demás escaso para sus aspiraciones mientras que Macri, al cosechar el 34% de los votos, fue visualizado como el ganador moral de la jornada por gran parte del electorado y, obviamente, por los medios de comunicación. Pese a ganar Scioli quedó como el gran perdedor mientras que Macri, que ganó, quedó como el gran ganador. A partir de entonces, todo se le hizo cuesta arriba al candidato del FPV. Encerrado en un laberinto, intentó en los pocos días que le quedaban de campaña diferenciarse de Cristina y arremeter con dureza en contra de la figura de su adversario. Quizá reaccionó demasiado tarde. Tuvo su última oportunidad en el debate del 15 de noviembre pero a esa altura de los acontecimientos su suerte ya estaba echada. Mientras tanto, la militancia del FPV se movilizó para ayudar a su candidato a pesar de la “parsimonia” de muchos dirigentes que decidieron hacer la plancha. Pese al esfuerzo, Scioli no logró revertir la tendencia que marcaban las encuestas. El 22 de noviembre tuvo lugar el histórico ballottage que consagró a Macri como nuevo presidente de todos los argentinos. Pese a los augurios de las encuestas, Scioli perdió pero por escaso margen. Cosechó, en números redondos, 12.200.000 sufragios, es decir un 48,60%. Una elección realmente meritoria, muy digna. Macri obtuvo unos 700 mil votos más, es decir un 51,40%. Macri hizo notables  elecciones en la CABA, Córdoba y Santa Fe, mientras Scioli ganó ampliamente en el norte y sur del país. Lamentablemente, la victoria pírrica que obtuvo en provincia de Buenos Aires le impidió obtener la victoria por la que había luchado durante años.

 

La de Scioli fue la crónica de una derrota anunciada. Tuvo que luchar contra demasiados enemigos, tanto externos como internos, éstos quizá más dañinos que aquéllos. Tuvo que competir contra un rival que tuvo el apoyo de su propia fuerza, del radicalismo, de la Coalición Cívica, del peronismo massista y, por si ello no hubiera resultado suficiente, del establishment. Demasiado para un candidato que jamás gozó de la confianza presidencial y del kirchnerismo de paladar negro. A pesar de tantas dificultades, Scioli luchó hasta donde pudo. Y recibió como premio consuelo el 48,60% de los votos, una cifra muy importante que otro candidato K probablemente jamás hubiera logrado alcanzar. Cuando habló el domingo a la noche, se lo notó cansado y un tanto abatido. Algo por demás lógico y entendible. Muchos dirigentes lo dejaron solo, como esperando por el desenlace que finalmente se produjo.

 

La historia ha demostrado que el peronismo tolera todo salvo la derrota. Scioli, pese a todos sus esfuerzos, cometió el peor de los pecados peronistas: perder. Es cierto que dejó todo en la cancha y que estuvo cerca de la gloria, pero perdió. Su futuro político es incierto pero se cometería un grave error si se lo subestimara en estos momentos de derrota. Scioli ha demostrado a lo largo de su vida una gran entereza para afrontar situaciones límite y no hay motivo alguno para que justo ahora cuelgue los guantes. En la vereda de enfrente, todo es jolgorio. Macri demostró que con una fuerza política local pudo hacer posible lo imposible: derrotar a un gigante como es el peronismo. Sin embargo, tiene delante suyo un escenario muy complicado. En primer lugar, su victoria, si bien incuestionable, fue bastante ajustada, lo que seguramente le acortó cierto margen de maniobra. En segundo término, carecerá de mayorías propias tanto en Diputados como en Senadores, lo que lo obligará a aceitar su cintura política. Pero tiene a su favor el formidable envión anímico que le dio la histórica victoria y el apoyo, por ahora monolítico, de los grandes medios de comunicación. Una mención final para la presidenta de la nación. Como acaba de expresar Víctor Hugo, si Cristina se hubiera presentado seguramente hubiera obtenido otro triunfo resonante. Como no pudo ser, debió conformarse con ver por televisión la derrota de Scioli, algo que, seguramente, estaba en sus planes.