Por El Pingüino
El tiempo transcurre inexorable. Pasan las horas y más se acrecientan la incertidumbre y la ansiedad. El 22 de noviembre tendrá lugar un hecho inédito en la historia argentina. Por primera vez habrá segunda vuelta para elegir presidente y vicepresidente de la nación. Daniel Scioli por el FPV y Mauricio Macri por la fuerza Cambiemos dirimirán ese día quién será el sucesor de Cristina. La Constitución establece que para ser presidente el candidato debe obtener el 45% de los votos o al menos el 40% con una diferencia de 10 puntos sobre el segundo. Se trata de un ballottage sumamente “light”, bastante fácil de evitar teniendo en cuenta la rigidez del ballottage clásico. Sin embargo, el 25 de octubre demostró lo difícil que le resultó a Scioli lograr el triunfo en primera rueda. Con mucho esfuerzo orilló el 37% de los sufragios, superando por escasos tres puntos a Macri. De esa forma, Scioli ganó pero perdió mientras que Macri perdió pero ganó. El candidato del FPV no logró superar las expectativas cifradas en su candidatura. Casi todo el mundo daba por hecho que lograría cosechar al menos el 40% de los votos y superar por diez puntos a Macri. Como no lo logró para el electorado sencillamente perdió. Lo contrario le sucedió a Macri. Obtuvo un resultado-el 34% de los votos-que se situó muy por encima de las expectativas que había creado su candidatura. Por eso es que para el electorado ganó la pulseada simbólica pese a perder en el recuento de los votos.
El verse obligado a ir al ballottage significó un duro golpe para Scioli. Intentó por todos los medios evitarlo porque era consciente de los peligros que el ballottage podría traerle aparejados. Un mano a mano con Macri podría significar una invitación a todos los anti K del país a votar al lord mayor porteño con el único objetivo de verla vencida a Cristina. Los fantasmas que percibió Scioli que podrían aparecer en una segunda vuelta rápidamente se corporizaron. Todas las encuestas señalan que, hoy por hoy, Macri ganaría el 22 de noviembre por diferencias que oscilan entre los 8 y los 12 puntos. Evidentemente la estrella ganadora que acompaña a Macri desde el 25 de octubre amenaza seriamente las chances electorales de Scioli. Si el 21% de los votos que obtuvo Massa se volcaran a la candidatura de Macri, la suerte de Scioli estaría echada. De ahí el intento de Macri en acercarse al universo massista para tratar de convencer a esos peronistas anti K que lo voten. Lo interesante es que Scioli está tratando de hacer exactamente lo mismo porque sin el apoyo de esos votos no podrá acceder a la Rosada. El massismo se ha transformado, por ende, en árbitro de la contienda lo que le viene muy bien a Massa, quien seguramente ya está mirando la elección presidencial de 2019.
El que está en problemas es el propio Daniel Scioli. Desde que no logró ganar en primera vuelta se lo nota tenso, cansado, incapaz de esbozar una sonrisa. Macri, en cambio, se muestra feliz, confiado, seguro de sí mismo. Lo que sucede con Scioli es bastante fácil de entender: jamás logró diferenciarse lo suficiente de Cristina como para convencer a los votantes massistas y sin que la presidenta lo considere un hereje. Cabe reconocer que conservar el voto del kirchnerismo de paladar negro y al mismo tiempo pretender traer para su redil a los votantes massistas es una empresa harto complicada. Pero otra no le queda. La verdad es que Scioli está como atrapado en un laberinto y le cuesta muchísimo encontrar la salida.
El domingo 15 tendrá lugar el esperado debate entre ambos en la Facultad de Derecho de la UBA. Probablemente sea la última oportunidad que tenga Scioli para torcer el curso de los acontecimientos. Ahí se verá si realmente está en condiciones de obtener una victoria que por ahora está bastante lejos. Será fundamental que su actuación sea convincente, que sea capaz de poner al descubierto las contradicciones de Macri, que convenza a la audiencia de que una presidencia de Macri sería un retorno a los noventa; que él es mejor que Macri, en suma. Pareciera como que todo se presenta cuesta arriba para Scioli. Sin embargo, se cometería un grave error si se lo subestimara. A lo largo de su vida ha dado palmarias demostraciones de coraje frente a la adversidad, de fortaleza frente a situaciones límite. Además, quedó perfectamente en evidencia que es imposible de doblegar, que su resistencia a los golpes es granítica, que su espalda es tan fuerte como una estructura de hormigón armado.
Luego del debate del 15 las cartas estarán echadas sobre la mesa. A partir de entonces y hasta la veda electoral Scioli y Macri se dedicarán a gastar lo que les queda de nafta. El 22 de noviembre tendrá lugar el histórico ballottage y ahí sí habrá un único protagonista: el pueblo soberano.
Más historias
La dramática y fascinante historia argentina Lo que nos pasó a partir del 25 de mayo de 1810
La dramática y fascinante historia argentina Lo que nos pasó a partir del 25 de mayo de 1810
La dramática y fascinante historia argentina Lo que nos pasó a partir del 25 de mayo de 1810