Por El Pingüino
Las PASO dejaron un sabor agridulce a los principales candidatos a presidente. Daniel Scioli, si bien resultó un claro ganador, no consiguió lo que tanto ansiaba: obtener al menos el 40% de los votos. El 38,5% que finalmente obtuvo le demostró que aún deberá remar bastante para tratar de conseguir el triunfo en primera vuelta, su tan ansiado objetivo. En efecto, Scioli es consciente de que una eventual segunda vuelta sería muy riesgosa para él. Si los votantes massistas decidieran apoyar a Macri en el ballottage la suerte del gobernador bonaerense estaría echada. Ello explica la obsesión de Scioli por conquistar los votos mínimos que necesita para arribar al 45% en octubre. En este sentido, el 6% de votos que obtuvo De la Sota (casi un millón y medio de votos) cotizan muy alto. Son votos peronistas alejados del kirchnerismo pero que difícilmente votarían por Macri en un ballottage. En consecuencia, no sería nada descabellado suponer que esos votos finalmente se dirigirían a Scioli en una eventual segunda vuelta con Macri. Eso supone Scioli. Y no está tan equivocado. De ahí su esmero por aceitar sus buenas relaciones con el delasotismo. Ese 6% es hoy tan valioso para Scioli porque luego de las PASO pareciera como si los planetas se hubieran puesto de acuerdo para jugarle en su contra. Inmediatamente después de las primarias se desató sobre buena parte del territorio bonaerense una impiadosa lluvia que provocó fuertes inundaciones que anegaron, entre otras localidades, a la ciudad de Luján. Sin embargo, el gobernador no tuvo mejor idea que viajar a Italia para atenderse de su conocida dolencia física. Inmediatamente tuvo que retornar al país apremiado por la crítica situación en su provincia. Con el flagelo climático fuera de la agenda periodística, aguardó los comicios tucumanos para festejar junto a Alperovich y Manzur un rotundo triunfo del FPV. Las elecciones tucumanas fueron un verdadero fiasco, salpicadas por serias denuncias de fraude electoral que han deslegitimado el provisorio triunfo del FPV. Sin embargo, la intención de voto de Scioli no disminuyó sino que, por el contrario, subió un par de puntos. Según la consultora Aresco, hoy está en un 40% de intención de voto, superando por diez puntos a Mauricio Macri. Pero da la sensación de que en estos momentos su candidatura está amesetada, estancada. Es como si le costara muchísimo perforar el techo de los 40 puntos. De ahí su obsesión por captar el voto de De la Sota.
Su inmediato perseguidor, Mauricio Macri, también está estancado. Pareciera como que el 30% que lo apoya es otro techo difícil de perforar. El problema que se le presenta es complicado ya que desde un principio se negó a acordar con Massa porque, influido por Durán Barba, proclamaba la construcción de una gran fuerza política no peronista. La realidad le demostró (comicios de Santa Fe, por ejemplo) que mejor le hubiera ido acordando con Massa. Ahora deberá extremar todas sus energías y capacidades para sacar la mayor cantidad de votos posibles en la provincia de Buenos Aires de la mano de María Eugenia Vidal, su candidata a gobernadora. Macri deberá centrar su atención en el centro del país (CABA, Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza), primero porque en esa zona del país se localiza el grueso de los votantes macristas y segundo porque también vive un buen número de peronistas desencantados con el gobierno nacional y que podrían, aunque es muy difícil, votarlo en un eventual ballottage.
El tercero en discordia es Sergio Massa. Pese a hacer una elección mediocre en las PASO lejos está de haberse bajado de la competencia electoral. En los últimos días diversas encuestas han dicho que su imagen positiva está en alza lo que lo puede convertir en el árbitro de un eventual ballottage. La pregunta que todos se formulan es la siguiente: ¿ante un eventual ballottage entre Scioli y Macri los votantes massistas a cuál de los dos votarían? En principio, daría toda la sensación de que el grueso de esos votantes, de extracción peronista, se inclinaría por Scioli. Pero conviene ser cautos ya que todo dependerá de si en la elección presidencial impera la antinomia kirchnerismo-antikirchnerismo o la histórica antinomia peronismo-antiperonismo. Si impera la primera, los votantes massistas podrían inclinarse por Macri; pero si la que impera es la antinomia clásica, seguramente Scioli será el nuevo presidente de todos los argentinos.
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