Por El Pingüino
La provincia de Santa Fe dio sobradas muestras de ser capaz de organizar polémicos escrutinios electorales. Me vienen a la memoria los siguientes. En 1983, Aníbal Reynaldo, candidato a gobernador por el radicalismo, le ganaba a José María Vernet, candidato por el justicialismo. De repente, hubo un corte de energía. Cuando retornó, Vernet estaba primero y finalmente ganó la elección.
Mucho se habló de ese comicio. Lo cierto es que las dudas nunca se aplacaron pero hoy a nadie le importa. Recuerdo que en 2011, en el programa Nadie Sabe Cómo, estuvieron sentados uno enfrente del otro, el propio Reynaldo y Raúl Carignano, por entonces presidente del justicialismo santafesino. Carignano reconoció la existencia de “irregularidades” delante de un Reynaldo que no lograba ocultar su bronca. En 1995 competían por la gobernación el por entonces candidato menemista Tigre Cavallero, secundado en la boleta por Omar Perotti, y Jorge Obeid, secundado por Gualberto Venesia. Cerca de la medianoche, la por entonces senadora nacional Gurdulich de Correa le alzó al tigre uno de sus brazos en señal de victoria delante de las cámaras de televisión. Jamás olvidaré la vergüenza que se reflejó en su rostro. Esa noche los santafesinos nos fuimos a dormir ignorando el resultado del escrutinio. Unos meses después, luego del conteo de todas las urnas, nos enteramos de que el ganador había sido Obeid. En 2011 disputaron la gobernación Antonio Bonfatti, candidato socialista, y Miguel del Sel, candidato de Unión Pro-Federal. Luego de la finalización del escrutinio comenzó el recuento provisorio de votos. Del Sel comenzó a estar adelante y durante las horas siguientes logró una ventaja sobre Bonfatti de tres puntos que pareció indescontable. No quiero imaginarme lo que debe haber sido el búnker del socialismo en aquellos momentos. Pura bronca e impotencia. De repente, se cayó el sistema. Luego de una hora de interrupción, retornó el conteo provisorio con Bonfatti arriba de Del Sel por tres puntos. Vale decir que el socialista, en esa hora de interrupción, le había descontado seis puntos a Del Sel. Finalmente, Bonfatti ganó la elección. Luego circuló el rumor, jamás desmentido, de que Del Sel había ganado pero que, debido al miedo escénico que se había apoderado de él, se negó a asumir. Luego de arduas negociaciones entre ambas fuerzas políticas, al retornar el sistema el ganador era el socialista. Una vergüenza, realmente.
El pasado 19 de abril tuvieron lugar las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias. En una jornada radiante, el pueblo santafesino votó a quienes serán finalmente los candidatos de las principales fuerzas políticas a gobernador y vice, a diputado provincial, a senador departamental, a intendente y a concejal. Como sucede desde hace unos años, se utilizó el sistema de boleta única, creación de Pablo Javkin. Si bien impide que algunos pícaros alteren el número de boletas que anteriormente estaban desparramadas en los pupitres de los colegios, la boleta única, que en realidad encubre la lista sábana, presentó este domingo algunas dificultades, fundamentalmente para la gente mayor. Las fotos de los principales candidatos, por ejemplo, eran demasiado pequeñas lo que tornaba difícil a quienes tienen problemas de visión su identificación. Horas después del cierre de los comicios Del Sel festejó la victoria que había obtenido sobre el Frente mientras que en el búnker socialista todo era desolación. En este sentido, los rostros de Lifschitz y Fein eran realmente un poema. Al día siguiente, el portal de La Capital indicó los resultados de la totalidad de las mesas escrutadas, es decir el 100%. Pero con el correr de las horas nos anoticiamos de que, en realidad, había un 10% de mesas que no habían sido escrutadas, lo que implicaba la existencia de unos 240.000 votos que estaban (y siguen estando) en el limbo. La reacción de las fuerzas políticas de oposición no se hizo esperar. El kirchnerismo acusó al gobierno provincial de fraude mientras que Del Sel dijo que al socialismo se le había caído su bandera más preciada: la de la honestidad. En conferencia de prensa, Bonfatti dijo que el socialismo había pecado de ser demasiado transparente, algo verdaderamente insólito. ¿Hubo negligencia? ¿Hubo directamente fraude? ¿Fue un globo de ensayo del socialismo para las elecciones del 14 de junio? Lo cierto es que reina la incertidumbre, el peor escenario posible para el buen funcionamiento de las instituciones de la democracia. Si este aquelarre no se aclara lo antes posible el principal perjudicado, electoralmente hablando, será el socialismo gobernante. Pero quien de verdad es el más perjudicado es el pueblo santafesino quien aparentemente se está acostumbrando a estos desaguisados. Prueba de ello lo constituyen los 800.000 santafesinos que el domingo pasado se quedaron en sus casas y los 300.000 que votaron en blanco o impugnaron el voto. Estamos hablando de 1 millón cien mil santafesinos que le dieron la espalda a los comicios. Después no nos quejemos.
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