La formación llegó anoche a las 22.39. La esperaba el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo y la intendenta Mónica Fein. Emoción y presencia militante.
Al fondo del andén, en la oscuridad de la noche, asomó una luz potente, encandilante. Y, con ella, una sirena. El reloj marcaba las 22.39. Se vivía un momento histórico: el tren estatal de pasajeros volvía a Rosario desde Retiro por primera vez en 23 años.
El arribo mezcló emoción con militancia y anuncios. El ministro del Interior y Transporte de la Nación, Florencio Randazzo, se convirtió en protagonista de un retorno más que anunciado, pero no opacó la presencia del candidato a gobernador del Frente Justicialista para la Victoria, Omar Perotti, y de la intendenta Mónica Fein. Los tres fueron las figuras más importantes del acontecimiento. Aguardaron durante poco más de una hora que el convoy tocara la estación Rosario Sur, que aún está en plena construcción.
Antes de la aparición de la máquina, el ministro anunció que la presidenta Cristina Fernández estará en Rosario para inaugurar la terminal completa, que por ahora sólo tiene listos algunos sectores de la planta baja, el 18 de mayo.
Las inmediaciones de la estación estaban ayer desbordadas de público. Los vecinos de la zona no quisieron perderse el momento y, mucho menos, la militancia peronista, a la que no le faltó ninguna de sus vertientes internas en virtud de las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (Paso) del próximo 19 de abril. Había pancartas, banderas y globos. El clima era peronista, por lo que los funcionarios municipales recibieron algunos insultos. Eso ya había ocurrido durante la prueba del 6 de marzo.
Sin embargo,la organización de ayer fue ostensiblemente mejor. Los manifestantes no pudieron acceder al sector del andén y permanecieron instalados tras las rejas que dividen a la estación de la calle.
«Queremos que donde hubo un tren, vuelva un tren», dijo Randazzo al comenzar su diálogo con la prensa minutos antes del arribo de la formación. Y siguió: «Es un compromiso que tenemos y que obedece a una decisión política de la presidenta». En esa sintonía, recordó que el kirchnerismo obtuvo dictamen favorable en el plenario de comisiones de la Cámara de Diputados para tratar el proyecto de estatización del servicio ferroviario el próximo miércoles. Y, ya metido en la campaña, subrayó que «Cristina» ya lo eligió como «su» candidato a presidente.
La intendenta, por su parte, habló de «un gran paso» para la ciudad al referirse al retorno ferroviario. Luego llegaría el turno del secretario de Transporte nacional, Alejandro Ramos, quien arribó tras cumplir el histórico trayecto desde Capital Federal. Y, finalmente, quedaría expuesta la emoción de los primeros y privilegiados pasajeros que tocaron Rosario Sur en un viaje emblemático.
Los testimonios fueron de alegría y satisfacción. Afuera esperaba el nuevo servicio de colectivos de La Mixta. Los otros pasajeros saldrían, pasada la medianoche, en un nuevo trayecto histórico, esta vez hacia Capital.
Poco antes de que el 31 de julio de 1992 Ferrocarriles Argentinos pusiera a rodar el último tren de pasajeros que conectó Rosario con Retiro, la ciudad tenía como mínimo cinco frecuencias diarias a Capital Federal (a veces llegaban a ocho) que cubrían el trayecto en no menos de cuatro horas y media. Sin embargo, la desaparición de este servicio hizo, de golpe, volver el tiempo atrás. El sistema fue desmantelado y lo que era una red dinámica y organizada se esfumó. La ciudad y el país perdieron lo que muchos consideraban un orgullo. Debieron pasar más de 20 años para el regreso y lo que ayer recomenzó todavía dista de alcanzar aquel nivel. Los más melancólicos criticaron un retorno con altibajos, pero la apuesta a instalar al ferrocarril como un medio cotidiano, como paradójicamente fue cuando la sociedad estaba mucho menos avanzada tecnológicamente, merece un voto de confianza. «Ramal que para, ramal que cierra», dijo el ex presidente Carlos Menem en noviembre de 1989. Y así fue. «Pueblo sin tren, pueblo que muere», le respondieron. No importó. El kirchnerismo llegó entonces para denostar las políticas de los 90 y a su mentor, aunque eso ocurrió hasta que se lo necesitó como aliado, como socio. Incluso Menem prometió votar algunas leyes de reestatización, precisamente de las empresas que él había decidido entregar. Así, acompañó al gobierno de Cristina Fernández en la necesidad de sumar brazos levantados en temas clave, como el nuevo Código Procesal Penal. Quizás por eso, hoy, al hacer las comparaciones de rigor, los funcionarios nacionales omitan mencionar al ex mandatario. Se ocupan de marcar diferencias, de dejar en claro que en la actualidad se vive una recuperación histórica y de volver a denostar una década «nefasta» que mutó en «ganada». Las autoridades se esforzaron por hacer memoria en el regreso del tren, pero se olvidaron de un apellido.
FUENTE: LA CAPITAL
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