Por El Pingüino
El fin de semana pasado tuvo lugar la esperada convención nacional del radicalismo en Gualeguaychú. En la votación final se impuso la propuesta de Ernesto Sanz, quien enarbolaba la bandera del acuerdo a nivel nacional con la fuerza política que lidera Mauricio Macri.
En consecuencia, en las PASO competirán por la candidatura presidencial dentro de la flamante coalición Ernesto Sanz por la UCR, Mauricio Macri por el PRO y Elisa Carrió por la Coalición Cívica. Julio Cobos, ex vicepresidente de la Nación, declinó su candidatura presidencial y los radicales que se opusieron a ese acuerdo mascullaron bronca. Lamentablemente, la UCR se partió y se verá cómo repercutirá este hecho en este año electoral.
Con el acuerdo con el PRO el radicalismo confirmó su derechización. Esta movida no fue fruto del azar sino de una muy pensada jugada que tuvo en Elisa Carrió y Ernesto Sanz sus más entusiastas defensores. El senador mendocino viene hablando hace un buen tiempo de la necesidad política del radicalismo de acercarse al macrismo para conformar una fuerza política nacional antiperonista. Quien con mayor fervor defendió a Sanz fue Carrió, quien desde hace tiempo viene sosteniendo lo mismo. Fue precisamente Carrió quien dio el primer paso de fondo rumbo al acuerdo con Macri. El año pasado, mientras hacía uso de la palabra Fernando Pino Solanas, Carrió abandonó intempestivamente el lugar donde se desarrollaba el acto del extinto FA-Unen. Ese gesto fue el principio del fin de la flamante fuerza de “centro izquierda”. La frutilla del postre fue la convención radical celebrada en la ciudad entrerriana. El establihsment celebró alborozado el flamante matrimonio. En su edición del miércoles 17, La Nación publicó un editorial donde alaba al radicalismo, poniéndolo como ejemplo de democracia interna y republicanismo. Para el mitrismo Ernesto Sanz es casi un prócer y los radicales que se opusieron al acuerdo, como Leopoldo Moreau, unos tránsfugas. Pensar que en 1988, en la sede de Palermo, la Sociedad Rural chifló al por entonces presidente Raúl Alfonsín por su política agropecuaria, chiflido que contó con la aquiescencia de La Nación. Pero así es la política. Quien ayer era el enemigo, hoy es el amigo si es funcional a los intereses que están en juego.
En realidad, el proceso de derechización de la UCR no comenzó con la jugada pergeñada por Sanz y Carrió en los dos últimos años. Viene de bastante tiempo atrás. En las dramáticas elecciones presidenciales de 1989 compitieron Carlos Menem por el justicialismo y Eduardo Angeloz por el radicalismo. Angeloz era en ese momento gobernador de Córdoba y exponente preclaro de la derecha radical. Por ello no sorprendió que durante la campaña electoral haya prometido utilizar el lápiz rojo para racionalizar el gasto público. Si bien el dirigente más relevante siguió siendo Raúl Alfonsín, durante el período menemista el radicalismo no fue una fuerza opositora destructora. Muy por el contrario, fue gracias al propio ex presidente radical que Carlos Menem, a través del Pacto de Olivos, logró la ansiada reelección en 1995. Sin embargo, el radicalismo lejos estaba de haber perdido su vocación de poder. En 1997 selló con el Frepaso una coalición de “centro izquierda” que destronó al menemismo en las presidenciales de 1999. El 10 de diciembre de ese año asumió como presidente Fernando de la Rúa, otro conspicuo representante de la derecha radical. Su relación con el vicepresidente, el frepasista Carlos Chacho Álvarez, fue muy tirante. En 2000, exactamente el 6 de octubre, el vice presidente renunció a su cargo a raíz del escándalo de la Banelco. En ese momento la Alianza dejó de existir como tal. El golpe de gracia lo dio el propio De la Rúa en marzo del año siguiente cuando designó como ministro de Economía a Domingo Felipe Cavallo. El flamante dúo pasó a la historia por el tristemente célebre “corralito” que desembocó en la tragedia de diciembre de 2001.
La caída de la alianza fue un golpe brutal para el radicalismo. En las presidenciales de 2003, su candidato presidencial, Leopoldo Moreau, apenas alcanzó el 3% de los votos. Cuatro años más tarde participó en las presidenciales a través del candidato a vice de Lavagna, Gerardo Morales. Durante el período de Cristina el radicalismo adoptó una postura marcadamente antigubernamental, a tal punto que luego del conflicto por la 125 sus popes se transformaron en asiduos concurrentes a los programas políticos clarinistas por cable. En 2011 el radicalismo presentó a su candidato a presidente, Ricardo Alfonsín, pero el histórico nombre del partido no figuró en la boleta electoral. Era evidente que la UCR había desaparecido como alternativa de poder. Para revertir esa penosa situación, los popes radicales decidieron aliarse con Macri con la esperanza de ejercer una suerte de cogobierno, algo que fue rechazado de plano por el propio Macri hace pocas horas.
Más historias
La dramática y fascinante historia argentina Lo que nos pasó a partir del 25 de mayo de 1810
La dramática y fascinante historia argentina Lo que nos pasó a partir del 25 de mayo de 1810
La dramática y fascinante historia argentina Lo que nos pasó a partir del 25 de mayo de 1810