Por El Pingüino
Desde que apareció sin vida el fiscal especial del caso AMIA Alberto Nisman en la noche del domingo 18 de enero, la presidenta de la nación se vio obligada a recostarse contra las cuerdas del ring en una clara actitud defensiva.
Primero enarboló la hipótesis del suicidio y luego la del homicidio a través de dos polémicas cartas que merecieron ácidas críticas de la oposición. Finalmente, optó por la cadena nacional para desarrollar su punto de vista sobre el caso y, fundamentalmente, para anunciar la disolución de la SI y la puesta en funcionamiento de un nuevo organismo de inteligencia, proyecto que fue transformado en ley en las últimas horas por la Cámara de Diputados. La muerte política de Nisman le dio oxígeno a una oposición que no conseguía salir del letargo. Mientras tanto, el Grupo Clarín insistía con la hipótesis del asesinato con el evidente propósito de inculpar al gobierno nacional. La decisión del fiscal Pollicita de avalar la denuncia de Nisman e imputar a la presidenta de la nación fue un duro golpe para el gobierno nacional. Nunca antes en la historia institucional argentina un presidente de la nación había recibido una imputación de semejante magnitud.
Este cambio abrupto de escenario político logró lo impensado: que los fiscales federales enfrentados a Alejandra Gils Carbó adquirieran una gran notoriedad pública. De repente, casi como por arte de magia, los fiscales Moldes, Marijuán, Stornelli, Sáenz y Campagnoli, se convirtieron en el emblema del antikirchnerismo, dando forma a una suerte de Mesa de Enlace judicial que utilizó la tragedia de Nisman como ariete para perforar la legitimidad del gobierno de Cristina. La grieta entre el sector conservador de la justicia y el gobierno nacional se profundizó. Apoyados por el poder mediático concentrado y por el silencio cómplice del presidente de la Corte Suprema y envalentonados por la imputación de Pollicita, los fiscales federales anti K lanzaron una furibunda ofensiva contra el gobierno nacional que se tradujo en la “marcha del silencio”. Su masividad fue recalcada hasta el paroxismo por Clarín, La Nación y compañía e incluso por varios diarios importantes de Occidente.
La reacción de la presidente no se hizo esperar. A través de una extensa carta lanzó un furibundo contraataque. En efecto, Cristina acusó al sector conservador de la justicia de crear un Partido Judicial destinado a reemplazar al otrora Partido Militar, activo protagonista de los golpes de Estado que se produjeron en el país entre 1930 y 1983. Lo que hizo Cristina fue, lisa y llanamente, acusar a los fiscales federales que organizaron la marcha de golpistas. Mientras tanto, el poder mediático concentrado repiqueteaba constantemente con la idea de la caída de la imagen positiva de la presidenta.
De repente, aparentemente de manera sorpresiva, el juez federal Daniel Rafecas desestimó tanto la denuncia de Nisman como la imputación de Pollicita. He aquí algunos de los fragmentos más relevantes de una decisión que levantó polvareda: “1-Respecto de la Dra. Cristina Fernández de Kirchner, la situación es alarmante, en cuanto a la ausencia de elementos de prueba que respalden la grave imputación que aquí se ha formulado”; “2-Si la grave acusación del Dr. Nisman fuera cierta, habría que admitir que una figura política, que actualmente reviste la Presidencia, que a lo largo de 20 años de trayectoria ha sido consecuente en la búsqueda en proveer verdad y justicia a las víctimas del atentado, conciba dar un giro en sus convicciones de 180 grados e instruya a sus subordinados a traicionar esos valores, a su país y, especialmente, a las víctimas”; “3-Los elementos de juicio reunidos siquiera por vía de hipótesis permiten circunscribirlos o conectarlos con un pretendido plan criminal urdido desde el seno de las más altas autoridades de la República Argentina”; “4-No hay un solo elemento de prueba, siquiera indiciario, que apunte a la actual jefa de Estado” (fuente: La Nación). Contundente. Lapidario. Ahora el fiscal Pollicita dispone de unos días para efectuar la apelación correspondiente, decisión que seguramente tomará y que contará con el apoyo de su superior, Germán Moldes. Qué duda cabe que la desestimación de Rafecas le da al gobierno nacional una gran bocanada de aire fresco justo cuando el domingo 1 de marzo la presidenta dará su último discurso ante la Asamblea Legislativa. Se calcula que una multitud acompañará en la calle a Cristina en señal de apoyo y como forma de desafiar la masividad del 18F. El kirchnerismo pondrá en ejecución toda su capacidad de movilización, más ahora que está envalentonado luego de la decisión de Rafecas. Si bien la causa Nisman lejos está de estar cerrada, al igual que su relevante denuncia convalidada por Pollicita, es casi seguro que de aquí a las elecciones presidenciales la figura presidencial quedará a salvo de los misiles opositores (al menos en lo relacionado con el caso Nisman). De esa forma, se abocará a la ímproba tarea de bendecir al candidato oficialista que mejor garantice la continuidad del oficialismo. Por el momento, ese candidato no es otro que Daniel Scioli, el mejor posicionado según las encuestas para competir seriamente por la presidencia.
Más historias
La dramática y fascinante historia argentina Lo que nos pasó a partir del 25 de mayo de 1810
La dramática y fascinante historia argentina Lo que nos pasó a partir del 25 de mayo de 1810
La dramática y fascinante historia argentina Lo que nos pasó a partir del 25 de mayo de 1810