El contexto nacional no hace más que sumar peso. Las elecciones primarias santafesinas son las primeras del país. Quiere decir que la provincia irrumpe en un escenario dominado por un atroz desenlace (la muerte del fiscal Nisman) que reactualizó una tragedia mayor (el atentado a la Amia) y todo indica que será una catástrofe política de la que difícilmente el gobierno nacional salga indemne.
Si las Paso santafesinas son recién el 19 de abril, ¿el caso Nisman incidirá para entonces en algo o ya se habrá disipado? No lo sabemos. Sí sabemos que todas las preocupaciones de la administración de la presidenta Cristina Kirchner, incluidas las electorales, han quedado rezagadas por el caso. Los armados que los operadores de la Casa Gris buscan con afano en la diáspora peronista santafesina han perdido la atención que tenían. No por otra cosa el congreso del PJ provincial reunido para lograr definiciones tuvo una levedad insoportable: no resolvió nada. Ayer, al inscribir el frente con otros partidos, no pudieron ponerle nombre a esa coalición.
El peronismo, que gobernó la provincia casi un cuarto de siglo, no parece encontrar el modo de evitar quedar al borde de su extinción como opción de gobierno. Ello solo podría ser conjurado con un consenso más o menos extendido que parece cada vez más difícil. María Eugenia Bielsa, la última peronista que encabezara un triunfo (legislativo, en su caso) es tan kirchnerista como Agustín Rossi o su archirrival interno Luis Rubeo, tal vez no tanto como Omar Perotti. Por otro lado, el obeidismo residual y un grueso de senadores provinciales se declaran partidarios de Daniel Scioli, a su vez, uno de los precandidatos del kirchnerismo, a suceder a Cristina. Si más temprano que tarde ninguno termina de sacar los pies del plato (dejamos de lado aquí a los que se han ido con Massa porque no competirán en mismas Paso) del kirchnerismo, ¿puede alguien explicarnos a los santafesinos de a pie por qué si todos tienen el mismo olor se desconocen con tanta furia? Ni siquiera el desgaste de los gobiernos socialistas los animan a capitalizar ningún debate.
Perotti tiene su candidatura a gobernador en stand by; la de Leandro Busatto, por ahora, es más una inversión a futuro. Todos esperan que se defina la arquitecta. “Bielsa sabe que si se decide tendrá el apoyo de la presidenta”, liquidó el asunto un funcionario nacional con dejo de impaciencia. Bielsa parece aspirar a un operativo clamor para el cual aún serían insuficientes las peregrinaciones suplicantes y las profesiones de fe.
Que Bielsa acepte ser candidata a gobernadora a solicitud masiva licúa en parte la responsabilidad por un resultado adverso. Ella carece de estructura política propia, de seguidores fieles dispuestos a militarle votos. Debe estar analizando minuciosamente sus chances. Una derrota catastrófica pondría el final que no quiere a su carrera.
Del Sel no tendrá primarias porque no tiene competidor en el PRO. Está a la espera, vocifera por estas horas, un apoyo explícito de Carlos Reutemann. Una manera de decir que está conversando con el senador sin que éste lo hubiese aplastado con sus demoledoras desmentidas, hasta este momento. Una cosa parece poco probable y es que Reutemann aparezca en apoyo de alguna lista que tenga algún aroma kirchnerista.
Supongamos que con el regreso de Cristina, finalmente la arquitecta se decide, ¿sería motivo para que los competidores del Frente Progresista festejen? Eso al menos dicen quienes sostienen que la mujer quitaría votos o dividiría, al menos, los que pudiera obtener el aspirante del PRO.
Hasta ahora cuanto hemos especulado fue haciendo eje en el peronismo y en la hipótesis de que construya una oferta que le permita, sino sortear las primarias, al menos reducir al máximo sus efectos atomizantes. El PRO, como se dijo, no tiene en el máximo nivel provincial planteada una interna primaria. Jorge Boasso termina siendo ungido segundo de Del Sel por ser radical. La convención radical declaró que ese partido sólo participa dentro del Frente Progresista pero eso no alcanza para mellar la identidad radical que el público le atribuye a Boasso. Lo que al Pro le alcanza y le sobra porque de ese modo disipan las sospechas de que son apenas una variante de las internas peronistas. De hecho, tiene al menos media docena de nombres de rancia estirpe reutemista en su entorno.
Barletta elegido presidente de la “unidad” radical al comité provincial no pudo evitar la diáspora que lo dejó en soledad en la poltrona. “Me apoya la juventud”, dice sobreponiéndose al mal trago y forjando fórmula enteramente radical con el “joven” Eugenio Malaponte, apellido de prosapia partidaria. Lo acusan de haber armado todo sin consultar a los cuerpos orgánicos y los barlettistas retrucan con que tampoco el partido decidió que Carlos Fascendini termine secundando a Lifschitz. Al igual que su socio, Rubén Giustiniani, Barletta se verá obligado a jugar una interna mucho más en serio que la lábil versión de la teoría de las primarias. De esas de hacha y tiza, como las de antes.
“Además, estarán los votos que aporte Barletta”, dice Lifschitz cuando explica que en las encuestas ya no está detrás de Del Sel sino casi en un “empate”. “Falta aún la campaña” y la eficacia del aparato, que no menciona, además de los votos que cosechen en abril Barletta y Giustiniani. En este aporte que podría ser capital radica un punto fuerte de estos últimos. Además, claro, del hasta ahora inexpugnable triunfo de José Corral reteniendo la intendencia de Santa Fe. Algo que los socialistas dan por seguro también en Rosario con Mónica Fein, Horacio Girhardi de primer concejal y Miguel Capiello como senador por Rosario. “A Anita Martínez no le alcanza”, se ilusionan.
Lifschitz azuza la interna del Frente Progresista recordando que juntó al “95% del socialismo y al 80% del radicalismo”. Y en su entorno redoblan enviando un mensaje a la Casa Gris: “Miguel está mejor de lo que estaba Antonio en este momento de su campaña. Si los números no fueran buenos no habríamos sumado a 7 senadores, 22 de los 26 intendentes y casi todos los presidentes comunales”. Oficializa la participación del GEN, el SI y Libres del Sur. Le dará una candidatura a diputado al PDP (Gabriel Real) y otra al partido SI (Alicia Gutiérrez); 9 diputados para la UCR y 9 diputados para el socialismo encabezados por Bonfatti.
Los números duelen al radical. “Esperemos a ver cómo votan los radicales. Yo no saco la calculadora a la hora de plantear un proyecto que subsane los desvíos del Frente, sino los principios del partido”, responde Barletta a los propios. Pero también habla de violencia e inseguridad, el gran tema de campaña. Barletta y Lisfchitz están obligados a patearse los tobillos, pero con un cuidado que no les impida un tercer tiempo del que dependerá que uno y otro, sumándose entre sí, para ver si pueden o no frenar a Del Sel.
FUENTE: LA CAPITAL
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