El próximo domingo se cumplen tres semanas del hallazgo del cuerpo sin vida del fiscal especial del caso AMIA, Alberto Nisman, hallazgo que conmocionó al gobierno nacional, a la oposición y a la sociedad en su conjunto.
Están por cumplirse veintiún días y no se sabe absolutamente nada sobre qué fue lo que realmente pasó con el malogrado fiscal. A partir de entonces se han producido tantas idas y venidas, tantas marchas y contramarchas, tantas desmentidas, que la ciudadanía está confundida, impotente y desorientada. A diferencia de lo acontecido en París, donde a las 48 horas los culpables del atentado a Charlie Hebdo fueron encontrados y abatidos por las fuerzas de seguridad, por estos lares sigue siendo un misterio cómo fueron las últimas 24 horas de Nisman con vida.
El primero en efectuar declaraciones públicas fue el secretario de Seguridad, Sergio Berni, quien dijo que todo conducía al suicidio, hipótesis que fue abonada al principio por la fiscal Viviana Fein y por la propia presidenta de la Nación. Luego surgió la hipótesis del asesinato, esgrimida por Cristina en su segunda carta por Facebook. El periodista del Buenos Aires Herald que dio la primicia se refugió en Israel porque acusó recibo de amenazas contra su vida y Diego Lagomarsino, al principio considerado un miembro de la ex Side y luego un experto en informática, fue durante unos días el “sospechoso perfecto”. Luego el centro de la escena fue ocupada por la fiscal Viviana Fein, que al principio decía “blanco” para luego decir “negro” sobre la misma cuestión.
Para ser justos, hay que reconocer que la fiscal es valiente, a diferencia de varios jueces federales que se desentendieron de la causa hasta que la Cámara le ordenó a Daniel Rafecas que se haga cargo de una verdadera papa caliente. La inmensa mayoría del pueblo argentino está convencida de que se trató de un asesinato y un buen porcentaje de esa mayoría cree que la presidenta de la Nación ordenó la muerte de Nisman por el contenido de la denuncia. El fiscal especial de la causa AMIA había efectuado la denuncia más relevante de la historia institucional argentina. En efecto, había denunciado por encubrimiento de los iraníes acusados de volar la AMIA a la propia presidenta de la nación, a su canciller, al diputado nacional Larroque, a Luis D´Elía y a otros personajes menores. Juristas de la envergadura de Zaffaroni, Maier y Arslanian coincidieron en expresar el escaso valor probatorio de la denuncia. Los dos primeros incluso dijeron que lo denunciado por Nisman no constituía delito. Hasta ahora, sus afirmaciones no han sido desmentidas en el ámbito jurídico.
El juez que entiende en la causa AMIA, Rodoldo Canicoba Corral, fue muy severo con Nisman (cuando estaba con vida, vale aclarar) remarcándole el yerro que estaba cometiendo al sustentar su investigación de la causa AMIA en los informes de inteligencia brindados por la ex Side (Stiusso), la CIA y el Mossad. El problema se complicó cuando el domingo pasado los periodistas de Clarín Daniel Santoro y Nicolás Wiñasky difundieron una noticia impactante: había una primera versión de la denuncia que probaba que Nisman tenía pensado solicitar el arresto de la presidenta de la nación, su canciller y compañía. En el cesto del departamento de Nisman se encontraron 26 páginas de la versión original donde constaba esa intención. Al día siguiente, Capitanich rompió la página de Clarín donde estaba publicada la nota y después la fiscal Fein dijo delante de las cámaras de televisión que la información de los periodistas clarinistas era falsa. El martes, Santoro y Wiñasky redoblaron la apuesta afirmando la veracidad de su información y horas más tarde la fiscal Fein terminó por reconocer la veracidad de la misma. Como bien señaló Aníbal Fernández, secretario general de la presidencia, lo de la fiscal fue un verdadero papelón. Defendida por su superior, el doctor Sáenz, pero en cortocircuito con la procuradora Gils Carbó, la fiscal decidió tomarse unos días de vacaciones, lo que le valió el agrio reproche del gobierno nacional. Una vez más, volvió sobre sus pasos y anunció que finalmente se quedaba en Buenos Aires para trabajar en la causa.
En las últimas horas, los fiscales federales de Buenos Aires, colegas de Nisman, anunciaron para el próximo 18 una marcha silenciosa en su homenaje y en demanda del esclarecimiento de su muerte. Como era de esperarse, la marcha fue criticada por el gobierno nacional y avalada por la oposición. Si bien es innegable la legitimidad del pedido de justicia, qué duda cabe que se trata de una marcha política contraria a Cristina. Por su parte, y para no perder protagonismo, Elisa Carrió, flamante socia política de Macri, anunció que denunciará penalmente por encubrimiento en el caso Nisman, entre otros, a la presidenta de la nación y a su enemigo preferido, Aníbal Fernández.
Mientras tanto, al pueblo lo único que le interesa es que se sepa finalmente la verdad y nada más que la verdad sobre una muerte que ha hecho recordar lo más sangriento de nuestra historia contemporánea.
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