El oficialismo exhibió unidad luego de las críticas al gobernador por su visita al stand de Clarín; también buscó mostrarse activo tras la denuncia de Nisman contra la Presidenta.
MAR DEL PLATA.- Dos semanas después de que se desatara la última ola de furia kirchnerista contra Daniel Sciolipor su visita al stand de Clarín, Cristina Kirchner mandó a su gabinete en pleno a esta ciudad para copar la inauguración de una exposición industrial y dejar al gobernador bonaerense en segundo plano (y en evidente minoría). Fue, además, el primer acto con clara impronta de la Casa Rosada desde que se conoció la denuncia contra la Presidenta por el supuesto encubrimiento de los ex funcionarios iraníes acusados del atentado contra la AMIA.
«Fue un simple intercambio de posiciones», intentó minimizar Jorge Capitanich cuando LA NACION preguntó por el inminente reencuentro con Scioli después de haberle endilgado «estar con las corporaciones».
Además de Capitanich, llegaron a esta ciudad para inaugurar la tercera edición de Expoindustria, montada en el predio de la base naval local, el ministro de Economía, Axel Kicillof; la ministra de Industria, Débora Giorgi, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, y el de Defensa, Agustín Rossi. Pero además, Cecilia Rodríguez (Seguridad), Alberto Sileoni (Educación), Teresa Parodi (Cultura), Lino Barañao (Ciencia), el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, el diputado y dirigente de La Cámpora Eduardo «Wado» de Pedro, el secretario de Comercio Interior, Augusto Costa, y hasta el titular de la Sedronar, Juan Carlos Molina. Fue una demostración de fuerza del Gobierno. Sin Cristina, que aún se recupera de la lesión en el tobillo, pero con ella omnipresente.
El diluvio que desde temprano se anunciaba aquí llegó una hora antes de la cita y obligó a montar una carpa y un auditorio para el acto. Pero amainó justo a tiempo, pocos minutos antes de que llegaran los ministros, todos juntos en una combi. Estaban listos para el corte de cinta y ubicados para la foto (Capitanich, Giorgi y los presidenciables Randazzo y Domínguez en primera fila). Sólo faltaba Scioli, que llegó 15 minutos más tarde y se acomodó a un costado. El retraso y la brevedad de la ceremonia disimularon la frialdad de los saludos.
Que los funcionarios del Gobierno habían llegado para jugar de locales volvió a quedar claro en la recorrida por los stands. Capitanich, Kicillof y Giorgi se pusieron al frente del tumulto que desbordó los pasillos, atentos a las explicaciones del intendente Gustavo Pulti. Scioli siguió la lenta procesión siempre a un costado, con el mandamás de La Matanza, Fernando Espinoza, custodiándole las espaldas y sin intervenir. Serio.
Los elogios al modelo industrial y económico y a la «valentía de Néstor y Cristina» moldearon los discursos. Kicillof arremetió contra «los que auguraban un fin de año de saqueos e hiperinflación», acusó a los medios de «querer imponer la idea de que el Estado interviene para hacer daño» y hasta citó al hijo de la Presidenta. «Les duele que hace 12 años hay un proyecto de crecimiento con la gente adentro, como dijo el compañero Máximo Kirchner», exclamó.
Cuando parecía que nadie iba a hablar de la acusación contra Cristina Kirchner y el canciller Héctor Timerman, Pulti volvió a pedir el micrófono (había abierto los discursos) para denunciar «un ataque injusto, disparatado y falaz contra la Presidenta». «Semejante castigo merece que nuestra solidaridad sea explícita», dijo.
Lo siguió Scioli, que abrió con un «me sumo a lo expresado ante la inconcebible situación hacia la Presidenta» y enseguida pasó a describir «la reindustrialización y el desendeudamiento» como «los pilares del proyecto nacional». No faltó el auto- elogio por el «éxito» del Operativo Sol, pero tampoco una mención a «la recuperación ferroviaria», con mirada a Randazzo incluida. Además, al mejor estilo Cristina, apuntó contra «los que creen en sembrar el desánimo».
El cierre quedó a cargo de Capitanich que, consciente de su gusto por los discursos largos (y del calor que ya era insoportable), prometió no extenderse. Después de transmitir «las cálidas y afectuosas salutaciones» de Cristina Kirchner, volvió a la carga con el récord del turismo interno de esta temporada. También insistió en la oposición entre «democracia y corporaciones» y pidió «no escuchar los cantos de sirena de los que proponen desvirtuar el camino elegido». Un Capitanich auténtico, pero en versión nocturna.
RANDAZZO, OTRA VEZ CRÍTICO
El ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, criticó ayer otra vez a Daniel Scioli, su principal rival en la interna presidencial kirchnerista, al asegurar que «la idea del diálogo y el consenso suena bárbaro», pero gobernar «es mucho más complejo», en referencia a recientes declaraciones del gobernador bonaerense.
Fuente: Diario “La Nación”
Por: Lucrecia Bullrich
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