Asegura que salir del default es un paso imprescindible para lo que viene. Admite a La Capital su preocupación por la inflación, pero observa un horizonte positivo para el segundo semestre.
A 100 días de haber asumido el nuevo gobierno, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, traza un balance exitoso de su gestión, admite preocupación por los niveles inflacionarios y promete que el segundo semestre traerá otros indicadores económicos que alivien los bolsillos de la sociedad.
En una entrevista en su despacho de la Casa Rosada, Peña apuesta a que el Ejecutivo nacional «tenga la mejor relación posible» con Miguel Lifschitz y Mónica Fein, aunque admite que al inicio de la gestión hubo rispideces.
—¿Qué expectativas tiene el gobierno para la salida del default?
—Salir del default es un primer paso imprescindible para lo que viene después. No es una solución en sí misma, sino una condición necesaria para acelerar la vinculación con el mundo, abaratar el crédito para obra pública, producción y las personas. Al mismo tiempo, es un símbolo muy fuerte de confianza para la Argentina. Venimos de un país con una economía en muy mal estado, producto del mal manejo. Y con una ruptura de confianza hacia el país, de los propios argentinos y del exterior. La salida del default nos permitirá ponernos en el carril del crecimiento, que nos va llevar un tiempo. Lo importante es estar cada día un poco mejor.
— ¿Se terminó la luna de miel con la sociedad?
—No creo en las lunas de miel con las sociedades. La legitimidad se reivindica permanentemente, a partir de ser coherente con las promesas de campaña. Estamos en un muy buen momento con la sociedad. Una gran mayoría de argentinos cree que este es el camino del cambio y están contentos con la modificación del clima social. Sabemos que hay otra gente que no está contenta, que prefería cómo estaba el país con el kirchnerismo. Nadie puede aspirar a la unanimidad, lo importante es construir bases cada vez más sólidas a partir de ser predecibles y coherentes.
—¿Pero no advierte que, al margen de los simpatizantes del kirchnerismo y de los acólitos de Cambiemos, hay una franja que no reporta a ningún bando y que está muy preocupada por el tema inflación, tarifas y despidos?
—Nosotros también estamos muy preocupados por el tema inflación, precios y despidos. Pero no creemos que eso invalide que casi dos tercios de la población o más cree que no hay que volver al pasado y que no hay otro camino que el que estamos recorriendo. Este es un gobierno que se preocupa por los temas y trata de resolverlos con honestidad, profesionalismo. Hasta que no logremos resolver los temas estructurales de la pobreza y la falta de trabajo habrá mucha gente inquieta. Muchos quieren saber si esto es el principio de una crisis y de un tiempo malo o si es el final de una crisis.
—¿Y es el principio o el final?
—Quédense tranquilos: este es el final de la crisis. Claramente en el segundo semestre vamos a estar hablando de otros temas. Vamos hacia un progreso de expansión, porque la Argentina está ante una enorme oportunidad entre lo que es y lo que puede ser. No tenemos por qué estar así, la inflación es un problema de cuatro países en el mundo.
—¿Y en qué plan están trabajando para ese sector de la sociedad que está impaciente y está pagando los costos con mayor fuerza de lo que usted dice que es el final de la crisis?
—Estamos muy abocados a que no haya un proceso de ajuste ortodoxo en la Argentina. Buscamos una normalización, lo más rápido posible, cuidando a los más débiles. En los primeros días de abril un enorme porcentaje de argentinos recibirá el retroactivo de Ganancias, casi dos millones de chicos van a recibir las asignaciones familiares, estamos trabajando en la tarifa social. El gobierno anterior subsidió empresas y no personas. El Estado, además, ha sido muy deteriorado en estos años de kirchnerismo, por eso decimos la verdad, por más cruda que sea. Es un error pensar que esto se corta por clases sociales. Durante muchos años el Estado mintió y construyó una realidad ficticia.
—¿Hay problemas que no tuvieron en cuenta en la campaña?
—Nadie, ni adentro del país ni afuera, creía que podríamos producir el nivel de reformas con la velocidad que lo estamos haciendo, y eso es porque somos conscientes de que la Argentina no puede perder un día. En la cultura argentina se disoció durante un tiempo lo social con la generación de trabajo. Y esto es lo que queremos cambiar. Muchas medidas que se plantearon desde algunos sectores como iniciativas para ricos, en realidad tuvieron que ver con la generación de empleo. Lo más llamativo del gobierno anterior fue el deterioro del Estado, y pusimos en marcha las cosas aun cuando no había antecedentes, ni papeles.
—Sanz dice que algunos empresarios se merecen tener un Moreno…
—Siempre hay conductas de especulación, pero como Estado debemos trabajar para que no se den esas condiciones. La especulación ocurre cuando no hay reglas de juego o el Estado fracasa al implementarlas.
—¿Ustedes esperaban este 12 por ciento de inflación acumulada en 3 meses?
—Sabíamos que los primeros meses, al ir acomodándose los temas que se tenían que acomodar, era posible que esté alta, pero seguimos apuntando a que en el segundo semestre la baja sea ostensible y redondee un mejor número.
—¿Cómo se posiciona el gobierno ante los episodios de corrupción y/o evasión millonaria sucedidos durante el gobierno anterior? Léase: Cristóbal López, Báez padre e hijo, etcétera…
—Vamos a reaccionar con mucha institucionalidad. Entendemos la bronca, la angustia que generan imágenes tan explícitas de lo que fue la corrupción. Pero la salida debe ser constitucional.
—Muchos dicen: «Yo lo voté a Macri para que meta presa a Cristina».
—Está bien, pero el que dice eso tiene que comprender que hay un sistema institucional y que la única manera de que esto no ocurra más es que las instituciones funcionen. No se trata de raptos, se trata de fortalecimiento de la Justicia. La Justicia debe intervenir con la velocidad necesaria, y ese sí es un reclamo legítimo. El Estado hará todo lo necesario para aportar información y que nadie quede oculto.
—Prometieron en campaña impulsar la ley del arrepentido…
—Todo lo que prometimos en campaña es un compromiso del gobierno.
—¿Lo ven al gobierno santafesino como un aliado, como un adversario o como neutral?
—Es una relación a construir con un gobernador y un partido político que no es parte del gobierno, que no es parte de Cambiemos. Es una situación muy particular. Y bueno, en estos 100 días con el gobierno de Lifschitz ha habido mejores momentos y otros más de desencuentro. Apostamos a que con Lifschitz y con Fein tengamos la mejor relación posible. José Corral es una pata central de Cambiemos, como presidente del radicalismo.
—¿Apuesta a que Cambiemos quede institucionalizado en Santa Fe? El radicalismo es oficialismo con ustedes y con el Frente Progresista…
—Nos encantaría que Cambiemos se consolide, pero somos respetuosos de la realidad de cada provincia.
—¿Schiaretti, el gobernador de Córdoba, sí es un aliado táctico?
—Tenemos un enorme cariño y agradecimiento al pueblo cordobés por el liderazgo que tuvo en la vocación de cambio. Es una de las provincias que puede empujar el desarrollo de la Argentina. Y vemos en el de Schiaretti un gobierno con vocación de hacer, de trabajar en equipo, de resolver temas.
—Qué diferencia de adjetivos calificativos respecto de Santa Fe…
—Bueno, pero con Córdoba tenemos un trabajo de más tiempo. Cuando uno piensa en el eje productivo está Santa Fe, como Buenos Aires y otras provincias. Lo planteó el presidente cuando estuvo en Rosario. El cariño que recibió fue enorme, en una provincia donde hemos tenido desentendimientos políticos, y donde hay que construir más confianza. Hay que dejar que corra agua, como con el gobierno de Tucumán, para ir construyendo confianzas mutuas.
—El kirchnerismo denunció que el gobierno apretó a gobernadores y legisladores para salir del default.
—El kirchnerismo proyecta muchas cosas que hacía, y piensa que somos iguales. Y no lo somos. Y los primeros que lo pueden decir son los gobernadores, con quienes venimos trabajando en un marco de respeto que no tenían con el kirchnerismo. Y los gobernadores, como muchos kirchneristas en privado, nos dicen que a este tema había que cerrarlo. No es una extorsión plantear la realidad. Provincia y Nación son socios en términos de responsabilidad fiscal. Pasamos de dos millones a tres millones y medio de empleados públicos en estos diez años. Y eso fue para reemplazar desempleo por empleo público. El kirchnerismo es una fuerza política que se está yendo hacia un rol testimonial, como La Cámpora y eso. Con los gobernadores tenemos una responsabilidad compartida. No somos infalibles ni pretendemos serlo, no venimos con un discurso mesiánico a salvar a la Argentina. Al país lo van a cambiar los argentinos.
—¿Están conformes con la conducta de los empresarios? Muchos dicen que ustedes beneficiaron a los hombres de empresa, a los ricos, por los precios en las góndolas, pero puede ser un boomerang.
—Las medidas que tomamos no fueron para los ricos. El trabajador empleado en los sectores productivos del campo y la industria no es menos trabajador que otros. Fuimos cuidadosos para hacer una transición lo más ordenada posible. Vemos una buena respuesta empresaria en generación de puestos de trabajo, pero eso tiene un ciclo que lleva tiempo. Si dentro de un año no hubiera inversión, evaluaremos qué hemos hecho mal.
FUENTE: LA CAPITAL
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